Ancianos, viejos y sabios…

En el ecuador de un verano caluroso como no recordaba, me esfuerzo como todos por continuar con mi vida a pesar del rum rum diario torpedeando nuestras cabezas con estadísticas sobre los rebrotes, cifras macroeconómicas que no entendemos muy bien y algunos quiebros políticos que, a estas alturas, no nos sorprenden…La vida continúa aunque no podamos repetir aquello que cantaba aquel cantante ‘de cuyo nombre no quiero acordarme’ (porque nunca gozó de mi simpatía), ‘la vida sigue igual’… No obstante el planeta sigue girando más allá de lo que suceda y a pesar de lo que acontezca, sin que nadie pueda bajarse, ni permanecer ajena, ni detenerlo…Ni siquiera Mafalda pudo hacerlo en aquella famosa viñeta…Quino sabía bien que hubiera sido un error…

Como he dicho en varias ocasiones el mundo de las palabras me apasiona: su etimología, su evolución, su transformación en el devenir de los tiempos. Las palabras nacen, se desarrollan y mueren…Emigran, contaminan, se toman prestadas y se exportan… Son entidades con vida propia. Me gusta su precisión, su riqueza y los múltiples matices que adquieren a través de sus homólogas, antónimas, homónimas o sinónimas…Un sugerente y amplísimo universo que hace de la escritura un vehículo capaz de transportarnos desde los lugares más recónditos a las emociones más íntimas…Es la alquimia del lenguaje…

Y de lenguaje se trata. Llevamos días recibiendo información sobre los rebrotes y sobre las residencias de mayores. Aquí quería llegar yo: abuelo, viejo, anciano, carroza, octogenario, carcamal, ochentón, matusalén y geronte, vocablo menos conocido por estar reservado y al alcance de muy pocos…Estos y otros términos (que omito por su carácter despectivo e irrespetuoso) se usan con frecuencia para designar a las personas de la tercera y cuarta edad. Hijos de la posguerra, hijas de la represión, padres y madres durante la transición, los mayores han protagonizado nuestra historia más reciente para bien y para mal y, ahora que les toca el tiempo de sosiego y serenidad, se ven sacudidos nuevamente, esta vez, por los efectos de la pandemia…

Los gobiernos no están siendo agradecidos ni justos con el colectivo que ha soportado, hasta hace poco, el peso de la anterior crisis económica. Se apretaron el cinturón con Rajoy, acogieron de nuevo en casa a sus hijos, se encargaron de sus nietos y ahora nadie les ofrece garantías en sus Residencias o Geriátricos para que vivan en paz el resto de sus días…Son los abuelos del covid, las víctimas de la pandemia…

A menudo se nos olvida que el tiempo pasa inexorable e igual para todos, que los mayores de hoy fueron los jóvenes de ayer y que la edad es un grado que nos moldea para volvernos tolerantes y sabios. Arrinconar o minusvalorar los saberes y conocimientos adquiridos a lo largo de toda una vida no parece muy inteligente, la historia nos aporta algunos ejemplos…Pero vivimos en una sociedad capitalista y los únicos ancianos que no se consideran ni ‘viejos’ (ni ‘sabios’ añado yo) son aquellos que forman parte de las élites del poder económico, un selecto grupo cuya de edad de jubilación no conoce límites: la gerontocracia

A veces conviene revisar y reinterpretar algunas claves de la Historia… En las sociedades del mundo antiguo los ancianos conformaban los órganos consultivos y asesores del gobierno de la ciudad. En la antigua Grecia la polis de Esparta poseía la ‘Gerusía’, una asamblea formada por veintiocho ancianos de sesenta años, conocidos como ‘gerontes’, más los dos reyes (hay que tener en cuenta que aquellos 60 años no son los de hoy ya que antes la media de vida era bastante menor). Los ancianos constituían un valorado ‘activo político’ tanto en cuanto se les reconocía la sabiduría de la edad, la templanza de la madurez y la lucidez de la experiencia…Reyes y gobernantes percibieron el equilibrio que aportaban a su juventud, su fuerza y ambición, ese poso de saber tras una larga vida…Un tándem que funcionó hasta que dejó de funcionar…

Los atenienses, en contraste con sus vecinos de Esparta criados y educados en el ideal del guerrero, se entregaron a cultivo del ‘arte’ para representar la belleza idealizada del cuerpo humano…Todos hemos podido apreciar en los libros de Historia la perfección de los jóvenes ‘efebos’ o admirar el precioso cuerpo del joven Apoxiomeno… Y sin embargo, también allí surgieron las primeras instituciones de caridad que se ocuparon de los ancianos tal y como Vitruvio relata: «la casa de Creso, destinada por los sardianos a los habitantes de la ciudad que, por su edad avanzada, han adquirido el privilegio de vivir en paz en una comunidad de ancianos a los que llaman Gerusía…». Desde entonces el término ‘geronte’ se ha utilizado para designar a quienes conforman la denominada ‘tercera edad’… Y si de ‘gerusía’ proviene ‘geronte’ de ésta deriva la palabra ‘geriátrico’, término que da nombre a los antiguos ‘asilos’ para ‘viejos’, ambas voces y conceptos afortunadamente superados…

Siglos después, el pensamiento liberal y sus consecuencias políticas revolucionarias que derivaron el la formación de repúblicas, significó no sólo un cambio de poder sino la aparición de un contingente de nuevos ciudadanos: los burócratas. Nuevos trabajadores que dieron paso al funcionariado o empleados por cuenta del Estado a quienes debemos el reconocido estatus de ‘jubilado’, término que proviene del latín jubilare o júbilo, cuyo significado no deja de contener, en opinión de algunos, cierto tono sarcástico…Más tarde el tránsito al mundo contemporáneo, el predominio la familia nuclear y la concepción de la mujer como ‘ama de casa’, convirtieron a los abuelos en una responsabilidad añadida para las mujeres respecto a sus padres, sus suegros e incluso de aquellos tíos y tías solteros o solterones…Y así hasta que la incorporación de las féminas al mundo laboral acabó devolviendo a los ancianos a instituciones encargadas de velar por ellos, las más de las veces, previo pago…

La sociedad occidental sólo mantiene en activo a los mayores que conforman la gerontocracia, ese grupo de ancianos ricos que calientan la silla de los Consejos Asesores de importantes entidades bancarias o grandes Empresas por una pensión vitalicia de muchas cifras aunque no se jubilan porque les puede la vanidad, la necesidad de seguir degustando un sorbo de poder por pequeño que sea, enganchados y apegados al lustre que dicho estatus les proporciona mientras intentan negar la vejez y el paso del tiempo que transcurre muy a su pesar…Estos ‘gerontes’ desprecian el valor de estar con los suyos, de disfrutar de los nietos o pasear con sus compañeros/as de vida considerando ‘pérdida’ lo que es ‘ganancia…’ Son tan viejos como los ancianos que vemos sentados en los parques o supervisando obras de los que se diferencian por ser naturalmente necios y carentes de la más elemental sabiduría y porque viven convencidos de que ‘tanto tienes tanto vales…’ Y yo me pregunto ¿quiénes son los verdaderamente sabios? Yo lo tengo claro…

P.D. Todos los masculinos (ancianos, abuelos, viejos…etc…) tienen carácter inclusivo, para no hacer pesado el texto reiterando los correspondientes femeninos.

Asustados, descreídos, desmoralizados…

La playa en tiempos del covid…

Casi en el meridiano del verano, muchos imaginábamos julio de otra manera…Pero los brotes aumentan por toda nuestra geografía tanto en el interior como en la periferia y parece que así continuará si no empeora…Los Presidentes de las Autonomías que, durante el estado de alarma criticaron la centralización del poder en manos del ejecutivo, hoy experimentan en sus propias carnes la dificultad que entraña tomar decisiones de semejante calado con la responsabilidad que implica y son ellos quienes delegan en los municipios para lavarse un poco las manos…Está bien así. Este ejercicio obligado de empatía les podría ayudar a ser menos críticos y más solidarios en situaciones excepcionales como esta del covid. Cualquier dificultad es buena para aprender a ser un poco más humildes…Esta ocasión viene al pelo a nuestros políticos, con frecuencia altivos y soberbios…Pero, sinceramente, les veo tan poseídos por sus egos, que no creo que aprendan casi nada…

Con las playas acotadas, el aforo de muchos bares reducidos, conciertos cancelados, algunos mayores confinados de manera preventiva, los bancos de paseos y parques con ancianos sentados a distancia y limitadas las reuniones de amigos, el verano transcurre cuesta arriba. Casi todos añoramos nuestro reciente pasado, aquella ‘vieja normalidad’ con todos los inconvenientes: demasiada gente en todos lados; larguísimas colas en las cajas de los supermercados; madrugones para colocar la sombrilla en primera línea de playa; la espera eterna para pillar mesa en un chiringuito y esas terrazas nocturnas a rebozar en las que te tropezaban y rozabas con todo el mundo… Tanto que nos quejamos entonces y ahora cuánta nostalgia…

Pero no acaba aquí la cosa. De fondo suenan ruidos y diversas cuestiones que no solo no ayudan sino que nos preocupan, nos desalienta, nos asustan… Porque la crisis sanitaria no viene sola sino acompañada del cataclismo de nuestra economía. Es posible que continúe subiendo el y habrá que atenderlos con ayudas y prestaciones…Deberán sostenerse las pensiones de los jubilados y los sectores más frágiles corren el riesgo de caer en la más absoluta pobreza…Europa podría tener en sus manos nuestra solución pero la reciente alianza entre los más pequeños y más ricos, no nos ayudarán. No están dispuestos a ser solidarios, no quieren ayudar gratis, quieren prestar y hacer negocio… Quien sabe si volveremos a tener a ‘los hombres de negro’ tras nuestro cogote, fisgoneando nuestras cuentas, amenazando con el sonido de sus tijeras…

No quiero ser agorera, aguafiestas, pesimista o trágica, pero este es el mantra que no dejo de oír de boca de periodistas y tertulianos que, a todas horas, hablan en la radio o la TV siempre dispuestos a verter sus puntos de vistas en un exceso de información que , en mi opinión, acaba cansando, agobiando y sembrando más incertidumbres de las necesarias entre la población, suficientemente confundida ya, hasta el punto de no saber qué está pasando en realidad, cúal es la verdad de la que sólo nos cuentan una parte…Porque no hace falta ser experta ni demasiado inteligente para intuir que la información recibida está sesgada porque conocer el verdadero alcance de la pandemia puede asustarnos tanto como para caer en pánico, provocando una situación de ingobernabilidad…

Como colofón final, la guinda del pastel viene de manos del rey emérito, cada día más enfangado por mucho que el actual Felipe González lo defienda…El otro, el de la chaqueta de pana, hubiera sido más claro y tajante: al pan, pan y al vino, vino… Me da que el alma republicana de los socialista anda aletargada, en hibernación o perdió el color morado…Y aunque ‘la ocasión la pintan calva’ no creo que haya un debate ‘oficial’ sobre la monarquía, solo en ‘petit comitè’ entre amigos y familiares…Como tampoco lo habrá sobre el Estado laico para que de una vez por todas Iglesia y Estado se desvinculen como corresponde a una sociedad plural, multicultural y multiconfesional…

Mientras, continuamos en el impasse con los Sus Majestades paseándose por todas las ‘Españas’: de sur a norte, de este a oeste…la rural y la urbana…aunque no entiendo muy que pretenden o persiguen (aparte de maquillar la Institución) en estos tiempos tan convulsos y más de estar confinados que de paseo… Aún así, ‘mascarillados’ como dios manda para dar ‘ejemplo’, visitan empresas, terrenos, cooperativas…Degustan productos locales, saludan codo con codo… Felipe y Letizia aguantan el tirón aparentemente calmados y correctos, a pesar de la muestras de antipatía de los grupos republicanos que salen a su encuentro aunque sólo sea para dejarse ver y ondear la preciosa bandera tricolor, símbolo de la libertad…Y así seguirán hasta cumplir esta apretada agenda para luego marcharse a Mallorca a descansar de tanto traqueteo…Allí la familia real disfrutará, junto a doña Sofía y el resto de miembros, de unas merecidas vacaciones con gastos pagados en el Palacio de Marivent…

Y para compensar tanta crítica siempre contarán con un Pablo Casado de turno, como representante de la derecha incondicional, que los arropa y los bendice allá donde vayan y hagan lo que hagan, porque para eso son los Reyes… Yo, personalmente, me quedo con ‘los Magos’… solo vienen una vez al año y encima cargados de regalos…