El discurso del Rey en Nochebuena parece haber levantado bastante expectación. El Rey tiene que ser leal con Casa Real, con el Gobierno y con súbditos muy diversos entre los que se incluyen sus propios detractores y partidarios de la República.

El discurso del Rey en Nochebuena parece haber levantado bastante expectación. Hace ya muchos años que el Rey entra en nuestras casas poco antes de la cena para dirigir unas palabras a ‘su pueblo’. No sé a qué público llegará. A mi me parece todo excesivamente protocolario, distante y artificial. En realidad a quien me gustaría oír es ‘al ciudadano Felipe’ para conocer de primera mano sus opiniones sobre la violencia de género, el estado de la sanidad, de la educación, sobre el paro, sobre los desalojos, los sin techos, las residencias de ancianos, las pensiones…Sería interesante saber qué piensa y qué siente sentado a su mesa, dispuesto a comer cada día a ‘cuerpo de rey…’ Pero no será así y escucharemos a un Rey tiene que se leal con Casa Real, con el Gobierno y, supuestamente también, con súbditos muy diversos entre los que se incluyen sus propios detractores y partidarios de la República aunque, como viene siendo habitual, acabará haciendo un resumen de lo más relevante del año, además de señalar el papel de la Corona y su protagonismo en el marco de la actual política de nuestro país, aunque el Rey no sea sino una figura meramente simbólica y de representación. No obstante, los vaivenes del emérito, han puesto al actual rey Felipe en un aprieto al tener que afrontar su discurso más difícil, según han señalado los medios, abriéndose un gran interrogante sobre si hará o no mención a su padre o se decantará por su hija y sucesora Leonor, apostando por garantizar su relevo aunque para ello deba sacrificar al emérito…Entre reyes anda el juego…
En el Palacio de la Zarzuela, cada año se elige en un rincón especialmente decorado para la ocasión seleccionando todos los detalles sin dejar el menor resquicio a la improvisación: banderas, fotos, cuadros, vestuario, corbata…todo está previamente pensado porque todo cuenta, hasta el más nimio detalle según marca la tradición que, por cierto, fue importada y asimilada por las monarquías europeas de la Casa Real Británica que, desde 1932 y por iniciativa del fundador de la BBC, lo puso de moda invitando al Rey para que se dirigiera a sus súbditos por la radio. El primer monarca que pronunció el mensaje de Navidad fue Jorge V con un discurso escrito por el poeta inglés Rudyard Kipling. Continuó la tradición con Jorge VI hasta que en 1952 lo hizo por primera vez la actual la reina Isabel II…
Como es de imaginar el discurso no lo escribe el Rey, ni siquiera sabemos cuál es su grado de participación. Lo que se da por cierto es que es un trabajo coral, fruto de las distintas voces provenientes del grupo de asesores de Casa Real, quienes durante el mes de diciembre trabajan en un discurso que deberá contar con el visto bueno del Gobierno y al que, finalmente, don Felipe aportará su toque personal a fin de hacer suyo un texto ajeno…
Hoy por hoy todo se ha complicado. Desde aquel año que don Juan Carlos pidió perdón tras haberse fastidiado una cadera cazando en plena crisis, justo el día que le dieron el alta, no han dejado de sucederse noticias y escándalos familiares múltiples. El Rey campechano, el que saltaba el protocolo para saludar, el que mandó callar a Hugo Chaves, ese tan simpático del que presumían muchos españoles de pro, ha resultado no ser una persona íntegra y limpia, ni un monarca considerado para con su pueblo, por el contrario más bien ha hecho gala a la célebre frase de sus antecesores absolutistas que gobernaron ‘para el pueblo pero sin el pueblo’.
Las idas y venidas del Rey emérito, los millones entregados a Corinna, sus problemas con hacienda y su marcha a Abu Dabi han socavado los pilares de la monarquía por mucho que se empeñen sus más fieles seguidores por establecer un pasillo entre la persona del rey y la institución como dos entidades diferentes, entidades que los sectores monárquicos unen o separan según convenga…El caso es que la monarquía está siendo cuestionada y está abierto el debate entre monárquicos, republicanos y constitucionalistas…
El derecho a la vida privada más allá de las dependencias de palacio está en entredicho. Algunos la defienden, otros opinan que el Rey encarna a la Institución y por lo tanto no tienen vida privada. Todos sus actos han tenido, tienen y tendrán trascendencia pública y notoria: nacimiento, comunión, formación, estudios, mayoría de edad, noviazgos varios, matrimonio, hijos, enfermedades…No se trata de un ciudadano más, ya nos lo aclaró muy bien Ayuso: «Todos los ciudadanos somos iguales ante la ley pero Don Juan Carlos no ha sido un ciudadano más». Sí, señor, por una vez estoy de acuerdo…Y precisamente por eso, porque no es un ciudadano más ni ante la ley ni ante nada, por eso mismo, los ciudadanos de a pie más o menos adeptos a la monarquía, simpatizantes de la familia real que reían las gracias y travesuras de Froilán y participaron de las bodas de las infantas como si de sus propias hijas se tratara, están muy decepcionados con los desmanes del emérito. Por eso son muchos quienes acarician la idea de una tercera república, una idea que va cobrando relevancia y ganando adeptos sobre todo entre los sectores más jóvenes de nuestra sociedad.
Las encuestas las ‘carga el diablo’, es verdad. Y, aunque no se trata de una ciencia cierta, si la muestra es buena los resultados pueden aproximarse bastante a la realidad. Pues bien, siguiendo el resultado de 3000 entrevistas realizadas en todo el país, de celebrarse un referéndum casi el 41% votaría a favor de una república mientras el 35% estaría a favor de la monarquía. El 60% de los votantes del PSOE y el 94% de Unidas Podemos, se muestran partidarios de un referéndum mientras la mayoría de la derecha se muestra contraria a dicha consulta. A pesar de todo la cúpula del PSOE muestra su afinidad con la monarquía, como se ha podido comprobar recientemente, dato curioso por su coincidencia con las derechas claramente monárquicas…
Actualmente se mantienen en Europa diez monarquías parlamentarias: España, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Noruega, Suecia, Dinamarca, Reino Unido, Liechtenstein y Mónaco que suman hasta 27 en el mundo, de las cuales algunas son meramente simbólicas pero otras juegan un importante papel en el marco del país. En líneas generales, unas más que otras, todas han protagonizado algún escándalo, escándalos que los súbditos han asumido con mayor o menor resignación/justificación aunque cada vez son más quienes consideran que a estas alturas del siglo XXI resulta un régimen obsoleto y caro de sostener económicamente… Por eso y como decía Unamuno: «No sé de que se trata, pero me opongo».
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