Pretérito perfecto…

«El pretérito perfecto, o pretérito perfecto compuesto, es un tiempo verbal del modo indicativo que expresa en español acciones concluidas en un marco temporal que se extiende hasta el presente.»
Fotografía: mp_dc

Aconseja Sabina en una de sus canciones no regresar jamás allí dónde fuimos felices: ‘al lugar donde has sido feliz no debieras jamás de volver…’. A bote pronto, parece una invitación a dejar los recuerdos en su sitio, evitando sobarlos o manosearlos, a fin de conservar y preservar el orden natural en que sucedieron. Así, sin más. Sin revisiones, ni arrepentimientos, ni removidas, ni dobles vueltas. Lo que pasó, pasó y punto. Para bien y/o para mal. Y es que todo en la vida acontece siguiendo el principio matemático de la relatividad, que establece el continuo espacio-temporal como marco en el que se representan todos los sucesos físicos del Universo. O sea que todo sucede en un lugar concreto y en un tiempo concreto, y según dice la canción, si en esos contextos fuimos felices, mejor no volver. Supongo que así los recuerdos quedarían ubicados o sepultados, a disposición de nuestra memoria pero a una prudente y justa distancia, para salvaguardar(nos), garantizar(nos) y proteger(nos) contra la melancolía o la pena, poniéndolos a salvo en el ‘baúl de los recuerdos’, como cantaba Karina. Baúl que sólo se abrirá de cuando en cuando, en ocasiones, a propósito o no, casi siempre para recrearnos y después consentir que los ojos brillen o, lo que es mejor, que los labios esbocen una amplia sonrisa…

 Pero con todos mis respetos hacia el ‘maestro’, al que admiro y sigo desde hace mucho tiempo, esta pensadora discrepa o al menos considera que no se puede generalizar: hay lugares y ‘lugares’, personas y ‘personas’, recuerdos y ‘recuerdos’. Los entrecomillados merecieron la pena y ganaron el premio del regreso respetuoso, de la nueva mirada a los viejos escenarios, de la contemplación de los efectos del paso del tiempo, de incluso la autorización de experimentar, por qué no, emociones similares o cercanas a las se vivieron…

¿Qué tienen de malo la añoranza, la saudade e incluso una pizca de nostalgia? Los seres humanos sienten y se nutren de todo tipo de emociones y también de recuerdos. A fin de cuenta todos determinan y conforman el presente. A veces, pasado el tiempo, se mira atrás observándolo todo con mayor equidad y eso permite una visualización global, divisando el todo en su conjunto e incluso, tal vez, percibiendo aquello que pasó de soslayo en su momento. Y si se produce esta sinergia es posible sanear sentimientos y emociones y después devolver todo a su sitio para que permanezca, esta vez, con un nuevo orden.

Y rota la barrera del tiempo, será posible regresar una y otra vez cuantas veces se quiera o sea necesario. Hemos añadido un nuevo estrato al pozo de los recuerdos, un antes y un después, y el tiempo empieza a contar de nuevo…

Esto piensa la que suscribe, a quien últimamente gusta conjugar los verbos en modo indicativo y en ‘pretérito perfecto’.

©lapensadoragaditana

Desde la palestra…

La palestra era la escuela de lucha en la Grecia Antigua. también era el Lugar en el que se celebraron justas y torneos, ejercicios literarios públicos y desde donde se hablaba o actuaba en público.
Imagen Internet

La expresión «salir (o saltar) a la palestra» significa intervenir espontáneamente en un acto público, aunque también se dice de las cosas o ideas que de pronto salen a la luz pública. En general las palestras solían estar ligadas a un gimnasio, pero con el paso del tiempo su papel evolucionó hasta conformar un espacio educativo y social que desempeñó un papel cultural y político. Desde esta perspectiva un blog constituye una palestra tanto en cuanto, simbólicamente, es el lugar desde donde alguien se dirige a los posibles lectores…

Hace ya algunos años estuve en Berlín durante las vacaciones de Navidad. Me costó llegar hasta el apartamento y más aún encontrar a la persona a quien debía pagar una cantidad que no permitía error alguno. Después de contactar con la Agencia de Alquiler supe, gracias a que hablaban castellano, que la casera vivía dos plantas más arriba. La señora, bastante mayor, bajó las escaleras y me salió al encuentro. Aunque vestía un atuendo varonil lo que llamó mi atención fue un escueto y despoblado bigote, que se extendía sumiso sobre la comisura del labio superior, que lucía sin pudor al más puro estilo ‘Frida Kahlo’…La anciana bajaba con lentitud, agarrada al pasamanos, farfullando algo en alemán que, por supuesto, no entendí… Finalmente todo se resolvió. A la mañana siguiente la ciudad apareció cubierta por un espeso manto de nieve que se mantuvo hasta la mismísima mañana que marchamos. Tanta y tanta se acumuló aquella última noche que antes de despegar tuvieron que limpiar las alas del avión con mangueras de agua para quitar la montaña de nieve acumulada…

Berlín me pareció una ciudad hermosa, cargada de historia, cosmopolita e impregnada por ese espíritu austero y pragmático tan propio de los alemanes. El pueblo germano se ha esforzado para diluir esa mancha del pasado de la que muchos han tomado distancia porque no se identifican con aquella causa y se avergüenzan de esa etapa de su historia… Afortunadamente la caída del muro y la reunificación favoreció la construcción de una nueva sociedad. En la actualidad Alemania es una nación puntera en el contexto de Europa, con Ángela Merkel, que goza de mi más sincera simpatía, al frente aunque ya por poco tiempo. Si la crisis económica me hubiera pillado sin hijos y con veinte años menos quizá hubiera puesto los ojos en Berlín…

Qué decir de la caminata hacia la Puerta de Brandeburgo por la avenida ‘Unter den Linden’ o paseo ‘Bajo los Tilos’, una de arterias principales de la ciudad, de obligado cumplimiento para cualquier visitante. La Puerta se construyó a modo de propíleo (a imitación de la puerta de acceso a la Acrópolis de Atenas) a través de la cual se entraba al ‘Nuevo Berlín’ que comenzaba en el parque Tiergarten…Esta grandiosa Puerta está inspirada en el modelo arquitectónico de la Grecia Clásica.

Durante la estancia visité el Museo de Pérgamo –Pergamonmuseum-, uno de los más famosos del mundo, ubicado en la denominada ‘Isla de los Museos’ declarado Patrimonio de la Humanidad en 1999. Jamás olvidaré la sensación que experimenté al contemplar el Altar de Zeus o la Puerta de Isthar. Me recuerdo caminando hacia una enorme sala para encontrarme, face and face, con la puerta del Mercado de Mileto, Una vez allí me tuve que sentar en las gradas porque me temblaban las piernas. Me estremecía estar delante de aquellas majestuosas piedras que sostenían y narraban tantos milenios de Historia….

El Museo, inaugurado en 1930, debe su nombre a esta importante ciudad helena: Pérgamo. Dicha ciudad estaba situada al noroeste de Asia Menor, en la actual Turquía, a treinta kilómetro del mar Egeo frente a la isla de Lesbos. La polis quiso competir con la grandiosidad cultural de Atenas aunque vivió su momento de mayor esplendor en tiempos de Alejandro Magno, cuando junto a Alejandría, pasaron a ser los principales núcleos culturales, científicos y artísticos de occidente. Su riqueza económica y cultural se materializó en la construcción de una gran urbe en la que merece destacar su famosa biblioteca que albergó aproximadamente unos 200.000 libros (rollos más bien), repartidos por numerosos anaqueles que bien podrían recordar a las bibliotecas actuales. Por aquel entonces el soporte utilizado para escribir era el papiro procedente de Egipto. Pero conforme aumentó la demanda aumentó en exceso su precio, de manera que los habitantes de Pérgamo comenzaron a explorar otras posibles alternativas. Así fue como se les ocurrió tratar la piel de algunos animales estirándolas hasta conseguir finas hojas que denominaron ‘pergaminos’, nombre que inmortalizó a la ciudad que lo descubrió. El pergamino, más resistente, acabó imponiéndose al papiro. Y de Pérgamo, justamente, procede el ‘Altar de Zeus’ que yo contemplé, rescatado y enviado a Alemania por el ingeniero Carl Humann, amante de la arqueología, durante la segunda mitad del siglo XIX… 

En fin que aquella estancia, de la que disfruté desde el minuto cero hasta el final, me hizo retroceder a los clásicos y me ratificó que, aunque no somos conscientes, convivimos con nuestro pasado más remoto. Nuestras ciudades miran hacia civilizaciones y culturas milenarias que siguen inspirando nuestro entorno cotidiano: costumbres, rituales, comidas, eventos… El ‘ayer’ sale al encuentro a cada paso formando parte del ‘hoy’. Junto con las matemáticas y sus numerosos algoritmos, la Historia marca el ritmo de nuestras vidas. Cuando hablamos utilizamos términos de origen milenario no pierden vigencia… Mirar hacia el pasado, a la Historia y a sus historias, resulta inspirador a todas luces y ayuda a poner en valor los orígenes de nuestra lengua, nuestras instituciones, el teatro, la tragedia, la ciencia, las matemáticas, la arquitectura, las olimpiadas…Pensamos que nuestra civilización ha descubierto lo que hace siglos nuestros antepasados crearon o pusieron de moda… Como docente que he sido considero necesario la inclusión de las lenguas y la cultura clásica en los actuales planes de estudio. Docendo discimus.

El estudio de los clásicos ha desvelado grandes políticos, pensadores, filósofos, poetas y literatos, varones que forjaron las bases del pensamiento occidental, cierto, pero también lo es que numerosas mujeres destacaron, alguna que otra, a la sombra de los varones de su entorno. Un claro ejemplo lo encontramos en Aspasia, la segunda esposa de Pericles, un modelo de pareja que resultó fuera de lo ‘normal’ por varios motivos. Para empezar Aspasia, originaria de Asia Menor, que era una ‘hetaira’ (prostituta de lujo), las únicas mujeres auténticamente libres de Atenas, fue elegida por Pericles por amor, cosa poco frecuente en aquellos tiempos. Él la amaba y no escatimaba muestras de cariño, besándola ante la mirada de asombro de todos. Poco le importaron las habladurías o comidillas que sin embargo no se preocuparon por difundir, la inteligencia de Aspasia, maestra de retórica, que influyó poderosamente en su esposo a quien escribía sus discursos dando lugar a una profesión que persiste en la actualidad. Además de Pericles, a quien parece que el amor cambió su vida, también se tienen noticias del caso de Sócrates quien confesó: «Todo lo que sé del amor lo aprendí de ella». Ella era Diotima de Mantinea, una filósofa y sacerdotisa que llegó a Atenas por petición de Pericles…

Tras este período de plenitud, conocido como el Siglo de Oro o siglo de Pericles, la Grecia Clásica vio nacer otras grandes mujeres que también ha inmortalizado la historia, como fue la poetisa Safo de Mitilene, nacida en Lesbos, quien debe su fama sólo a sí misma. Bajita y feucha (según su propia descripción), estuvo casada aunque después se separó de su marido. A partir de aquí se dedicó a una actividad de la que se tiene poca información pues parece ser que convivía con un grupo de muchachas jóvenes  pertenecientes a familias ilustres. El grupo componía poesías, cantaban, bailaban y vivían ajenas a los hombres e incluso mantenían relaciones entre ellas hasta que se marchaban para casarse. Un adiós, en ocasiones, triste y doloroso pues no siempre se realizaba con agrado. Estas relaciones homosexuales entre mujeres, eran bien valoradas desde la perspectiva pedagógica y consideradas en Grecia más dignas que las heterosexuales. La gran poetisa Safo ha pasado a ser un icono entre la comunidad lésbica y Lesbos, de donde procede el nombre de dicha comunidad, se ha inmortalizado en el imaginario como el paraíso por excelencia de las relaciones lésbicas…Y así fue en cierto modo y con matices pues, en realidad este grupo de mujeres se dedicaba sobre todo a componer y recitar acompañadas del sonido de una lira (de ahí la ‘lírica’). No obstante, aquellos movimientos u organizaciones locales, representaron ciertas transgresiones por cuanto la mujer adquiría un protagonismo fuera de lugar en aquella sociedad en la que ocupaba un papel  secundario.

A Safo debemos un verso tan inesperado como evocador: ‘lo más bello es lo que cada uno ama’. Lo dicho: los clásicos nunca mueren porque siempre podremos aprender de ellos…

Safo de Mitilene (Internet)

Yo soy yo y mis circunstancias…

Aquellos maravillosos años continuaron un poco más…Por mucho empeño que pusimos no pudimos detener el tiempo que pasó inexorablemente llevándose algunos sueños, barriendo parte de nuestras expectativas, devolviéndonos realidades imprevistas…

Aterrizamos en COU en diferentes institutos… Aquel curso nuestros cielos se llenaron de nubarrones negros que dejaron paso a sucesivas tormentas, hasta que despejó y lució de nuevo el sol en nuestros horizontes. Conforme avanzaba el tiempo se agregaron a nuestras vidas nuevos amigos y amigas, compañeros de clase que a su vez nos presentaban a otros y a otras…Empezamos a quedar los fines de semana para ir al cine, para tomar una caña y cuando alguna casa se quedaba libre organizábamos alguna que otra fiestecita o algún evento propicio para conocer a los chicos ‘más de cerca’, apartadas de los ojos ajenos, siempre atentos y dispuestos a salvaguardar nuestra virginidad, tema recurrente donde los haya en una época en la que lo importante era oponer resistencia, frenar las pasiones y cargar con la responsabilidad de los pecados del sexo contrario…A ellos les estaba permitido tentarnos una y otra vez, porque claro, eran ‘hombres’ y como tales ponían a prueba su capacidad de seducción, su virilidad, su hombría, desde la cual nos calificaron en función de nuestro grado de oposición o facilidad previa a dejarnos hacer…

El desempeño de estos roles, instalado en el discurso masculino durante los 60-70, reforzó una idea que aún subyace en el imaginario social masculino: cuando una chica dice no en realidad quiere decir, cuando menos, que ‘a lo mejor’, que ‘puede que sí’ aunque no inmediatamente…Un error del que aún quedan secuelas…Mi generación vivió a caballo entre los residuos del franquismo y los inicios de la democracia. Tuvimos que elegir entre quedarnos anclada y alineadas con la ideas gestadas en la dictadura o dejarlas detrás, subirnos al carro del nuevo orden que se avecinaba y ‘romper moldes’…Yo me apunté a esto último…En mi familia fui la primera en fumar, en viajar antes de casarme, en separarme y en otras muchas cosas más… Muchas veces me calificaron de ‘rarita’ y es que con frecuencia no encajaba y cuando me fui haciendo mayor, ni yo ni mi vida tenían que ver con la primas de mi misma edad…

La verdad es que estábamos marcadas y machacadas por una educación de doble moral y doble cara en la que lo verdaderamente importante era ‘parecer’ y no ‘ser’. Ese era el juego. Nos castraron, nos hicieron creer que seríamos seres despreciables si no nos dejábamos conducir por aquellas normas implantadas por los hombres y para su beneficio…Afortunadamente mi padre fue mucho más moderno y avanzado que mi madre en estas cuestiones. Confiaba en mí, quería que fuera independiente por eso quiso que tuviera una profesión y un trabajo. Por eso no hizo distinción entre mis hermanos y yo y estuvo muy orgulloso de su única hija (yo) una vez superada aquella etapa de ‘niña terribili’…

Cuando recuerdo este tiempo la imagen que acude a mi memoria es la de mi prima Ani. Ni ella ni yo tuvimos hermanas así que asumimos ese parentesco para cubrir la carencia. Tenía tres años más que yo. Faltaba mucho a clase porque le daban ataques de asma y yo le llevaba los deberes a casa. Mi tía y mis primos vivían con mis abuelos en una casa muy grande. Muchos fines de semana me iba con ella. Recuerdo aquella habitación de techos altos con un balcón que daba a la calle Real, entonces carretera nacional. De madrugada transitaban algunos camiones y sobre las paredes se dibujan las sombras de las contraventanas que alteraban su forma al paso de los grandes vehículos…Algunas veces me despertaba y la veía sentada en el borde de la cama ventolín en mano, respirando con dificultad y un pitido de fondo…Me sentaba junto a ella hasta que se le pasaba…Ani murió. Fue la primera muerte que me tocó de cerca y no la pude llorar, ni supe gestionar mis emociones así que su duelo me atrapó y sumergió en un período que me apartó de todo, incluso de los estudios. Estuve confundida y buscando respuestas en lugares equivocados…otra vez…

La muerte de Ani pasó como pasan las cosas de la vida, aunque tuvo un alto coste Digerir aquello me llevó tiempo hasta que finalmente las aguas se calmaron y volvieron a su cauce. Libre de tanto peso continué mi camino y mis estudios que finalicé con éxito. La muerte del dictador Franco trajo algunas movidas callejeras que también se vivieron en Cádiz. Recuerdo que más de una vez tuvimos que correr por la Cuesta de las Calesas hasta escondernos en un portal: los ‘grises’, apostados en la la esquina de la antigua tabacalera, lanzaban sus famosas bolas de goma, negras y macizas contra los estudiantes encerrados en la parroquia de Santo Domingo…Me hice muy amiga de Leonardo, un chico que militaba en la Liga Comunista Revolucionaria y de Antonio, activista del Partido de los Trabajadores…Antonio me regaló el libro de Máximo Gorki, «La Madre» que narra la historia de Pelagia una joven campesina rusa en la que Gorki simboliza el despertar del pueblo…Mis compañeros y compañeras eran de todo menos políticamente correctos…Yo aprendí mucho de ellos y, aunque nunca milité en ningún partido, me sensibilicé con todo lo que tenía que ver con la desigualdad social, los derechos de los trabajadores y de las mujeres…

Lamento reconocer que luego me aburguesé un tiempo hasta que mi yo más auténtico se apoderó de mí y, como un vendaval, arrasó todo cuanto encontró a su paso…A estas alturas del relato la memoria no me traiciona y me muestra, sin ambages, los retazos y episodios que constituyen, hoy por hoy, los anclajes que sustentan y dan pleno sentido a mi vida…Aún así, nada se puede dar por concluido, por eso si tuviera que definirme diría que estoy en ‘ permanente proceso de construcción’…Y que dure muchos años…

Una habitación propia…

#YoMeQuedoEnCasa

En 1928 Virginia Woolf impartía una conferencia a las alumnas de Cambridge. Apenas habían transcurrido ocho años desde que se había reconocido el derecho al voto para las mujeres. Un año después Virginia decidió escribir un manifiesto feminista, una obra capital de vital importancia para comprender sus cuestionamientos, un ensayo que no es ficción aunque la autora de vida a un ‘yo’ ficticio a través del cual actúa como narradora: «Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si desea escribir ficción». Ambas premisas constituyen una metáfora a través de las cuáles Woolf reclama los espacios propios que se les negaban a las mujeres en la sociedad de su tiempo. A lo largo de la obra se observan las continuas ‘vallas’ que representan los varones, barricadas que las mujeres encontraban a su paso, obstáculos que impedían su acceso a determinados lugares como por ejemplo en una ocasión en la sin darse cuenta corría por el césped de un parque y se lo prohibieron o aquella otra en la se disponía con toda naturalidad a entrar en una biblioteca y le cerraron el paso…

Un factor digno de tener en cuenta es el hecho de que el libro, curiosamente, se publicase en 1929, el año de la ‘gran depresión’, otro de los episodios más dramáticos de nuestra historia reciente. Un gran cataclismo económico que trajo penuria, hambre y algunos suicidios en Wall Street de magnates que perdieron sus fortunas de la mañana a la noche. Virginia o Mary (el personaje) repasa la historia, la antropología y la sociología con el fin de justificar su tesis principal, que no es otra que reclamar un ‘cuarto propio’ donde desempeñar su oficio, aunque en realidad la habitación es un ‘espacio simbólico’ que encierra todo el cuestionamiento de género: «El cuarto propio es un cuarto (privado) pero es universal, porque implica una lucha de años, una batalla que todavía a día de hoy las mujeres peleamos»…

Se me ocurrió pensar en Virginia Woolf y en la ‘habitación propia’ porque, en cierto modo, su alegoría podría adquirir ahora un nuevo sentido inmersos, como estamos, en una situación de confinamiento que será largo y pasará por diferentes vaivenes…En el mejor de los casos, aunque comencemos a salir a la calle, la casa continuará siendo el espacio decisivo por excelencia en el que pasaremos más tiempo. El reducto, la fortaleza que nos ofrecerá mayor seguridad. Es por esto que hoy, a 38 días d. c. (después del coronavirus) me paré a considerar la importancia de los espacios de intimidad en el marco del ‘espacio universal’ que representa la ‘casa’. Todos juntos pero independientes, salvaguardando un cierto grado de privacidad, dedicados al desempeño de otros nobles oficios en los que expresamos nuestra identidad, nuestra individualidad, nuestro ‘yo’…

A este respecto se observan grandes diferencias en relación a la mayor o menor intensidad y repercusión del aislamiento al que estamos sometidos. Porque no todas las familias pueden disponer de un ‘cuarto propio’ para cada uno de sus miembros, un lugar donde dar rienda suelta a las emociones, temores, reflexiones o dejarse estar cuando el día lo único que te pide es silencio o soledad…Aún así, citando de nuevo a la escritora inglesa: “No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente”… Y aunque ella se refería a la libertad de pensamiento de las mujeres, la comparación puede valer, en este caso, para aludir a la creatividad porque cuando el artista de profesión, de oficio o espontáneo se dispone a crear no necesita nada, solamente inspiración…

Y es precisamente creatividad e inspiración lo que no ha faltado en estos tiempos de pandemia en los que han surgido iniciativas culturales diversas, generosas y originales, tal y como hemos podido comprobar y disfrutar. Así la cuarentena, en una sus caras más amable, ha dejado fluir el talento, la gracia, la agudeza y el ingenio de muchísimas personas -niños. jóvenes y adultos- que han ideado múltiples maneras de crear ‘actividades culturales’ (utilizando el término ‘cultura’ en su sentido más amplio) gestadas en casa y desarrolladas en ese nuevo escenario urbano que tanto protagonismo ha cobrado: los balcones. Ópera, conciertos de música clásica, bailes, escenas de teatro y hasta retransmisiones deportivas de ‘marcha en terrazas’…Todo un elenco de artistas anónimos han dado lo mejor de sí mismos, estrellas anónimas que ya forman parte de los anales de la historia… Hoy me acordé de vosotros…Por vuestras actuaciones, Gracias!

Mozart desde ‘un cuarto propio’…