‘Para que todo siga igual…’

#Fase1

Parece que el cambio está cada vez más cerca. Tanto, que sin darnos cuenta ya estamos metidos de llenos en el proceso, en el corazón de lo que considero el principio de todo. Porque cuando la crisis del covid pase la transformación o catarsis será tan brutal como imposible de producirse de una sola vez. Sería un atracón demasiado grande, apocalíptico, enloquecedor y dantesco…No obstante es posible que, a pesar del cambio, tengamos la impresión de que todo sigue igual…Y no iremos descaminados…

Creo haberme percatado que uno de los primeros signos del cambio se detecta en el lenguaje. El lenguaje configura y determina nuestras identidades y las moldea a través de las expresiones, de los usos, giros gramaticales, contenidos semánticos, neologismos y, últimamente, de un continuo chorreo de anglicismos que se han colado e impuesto a través de las redes sociales…Así, desde que comenzó la pandemia un elenco de nuevas palabras y locuciones se han incorporado a nuestra jerga coloquial. Hemos aprendido a movernos por un nuevo territorio que requiere un diccionario propio (estoy en ello). Hablamos de escalada, de PCR, de pico de infección, de rastreadores, de ‘fases de desescalada’ y, cómo no, de ‘nueva normalidad’ e incluso de ‘nuevo mundo’, expresión acuñada al menos hasta ahora, en relación a las Indias, al Nuevo Continente, a América… Y en esas estamos. La radio, la TV, la prensa y las redes poco a poco van fijando en nuestras cabezas estos nuevos conceptos, ya casi normalizados, como parte del proceso configurador de la ‘nueva normalidad…’

A cerca de la importancia del uso del lenguaje así como sobre la diversidad de contenidos y contextos que se le otorgan a las palabras, tenemos muchos casos. Por ejemplo la expresión ‘gatopardiano’ o su sinónima ‘lampedusiano’ provienen de la novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, ‘El Gatopardo’, obra que popularizó la célebre frase pronunciada por Tancredi (personaje): Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie. Una afirmación que se produce en la trama de un interesante diálogo entre él y su tío, que continúa diciendo: ¿Y ahora qué sucederá?… ¡Bah! Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado… Nunca hubiera imaginado el autor que su sentencia quedaría inmortalizada desde entonces, como símbolo de la capacidad de adaptación a los nuevos tiempos y a los gobernantes que, a lo largo de la historia, han demostrado poseer los grupos sociales más acomodados con el único fin de conservar y sostener su posicionamiento. No obstante, hemos de saber que esta cita podría estar inspirada, a su vez, en la de Alphonse Karr: «cuanto más cambie, es más de lo mismo»(plus ça change, plus c’est la même chose), publicada en la revista ‘Las avispas’  (Les Guêpes) hacia finales del siglo XIX.

También el término ‘kafkiano’, en alusión a la obra de Franz Kafka, se utiliza para hacer referencia a situaciones trágicamente absurdas, semejantes a las que plantea el escritor en sus novelas. O los vocablos ‘sadismo’ (del Marqués de Sade), ‘quijotesco’ (de El Quijote) o ‘maquiavélico’ (de Maquiavelo) que también integramos en nuestro lenguaje, préstamos todos de la literatura universal que iluminan y enriquecen nuestras explicaciones, conversaciones o escritos…

Y a resultas de todo lo anterior, si hacemos una especie de ‘ensalada’, nos encontramos de cara con nuestra triste y trágica realidad: dirigentes y poderosos dispuestos al cambio, eso sí, manteniendo su estatus. Un claro ejemplo de ‘tancredismo gatopardiano…’ Mientras, para la gran mayoría, es decir, el resto de los mortales no quedará sino ‘más de lo mismo’… Para llegar al cambio y desde ahí a la nueva normalidad, a quien corresponda actuar lo hará con mano firme, sin descartar ciertas dosis de ‘crueldad’ o ‘sadismo’ e incluso imponiendo soluciones ‘kafkianas’ si fuera necesario. Para entonces de poco o nada servirán las actitudes ‘quijotescas’, altruistas o soñadoras de algunos…No habrá cabida para ellos en ese ‘mundo nuevo’, distanciados, empeñados y endeudados hastas las orejas, quien sabe si apretándonos de nuevo el cinturón… Y todo ello en nombre de la terrible pandemia y como resultado de un ‘maquiavélico’ plan urdido y gestado desde las esferas del poder en pro del cambio, el mismo que les permitirá a todos ellos continuar en el punto exacto en el que todo comenzó … Porque mucho me temo que en ese ‘mundo nuevo’, resultado final del recién iniciado proceso, «todo será igual pese a que todo habrá cambiado…» Ojalá que así no sea…

Los nuevos ‘pobres de solemnidad…’

Esta es también una imagen de la pandemia. La reclusión y la paralización de la actividad económica y los ajustes empresariales a través de los ERTEs, han dejado en la cuerda floja a muchas familias asalariadas cuyas hipoteca y gastos fijos de la casa se han llevado por delante los pocos ahorros que, con trabajo y sudor, comenzaban a guardar… Para algunos es la primera vez que necesitan recurrir a la ración de alimentos que se reparten semanalmente en las diversas asociaciones oficiales o en los nuevos puntos de reparto nacidos gracias a la voluntad vecinal que cede una pequeña parte de su compra a fin de paliar las carencias de quienes se quedaron sin nada…Son las colas solidarias y ellos los nuevos pobres de ‘solemnidad’…

El Derecho Civil de la España liberal entre 1833 y 1868, instituyó la figura del ‘pobre de solemnidad’, una etiqueta que designaba a todo aquel ciudadano que había tenido trabajo y casa pero por motivos coyunturales lo había perdido todo, convirtiéndose de inmediato en ‘pobre oficial’, alguien venido a menos, a mucho menos, una condición sobrevenida y no por nacimiento… Con los nuevos tiempos la política ha desarrollado determinados eufemismos destinados a disfrazar la pobreza, maquillando un concepto de difícil cabida y aceptación en nuestras sociedades modernas. Es así como comenzó a hablarse de ‘pobreza energética’, ‘alimenticia’ o ‘infantil’…apellidos poco ilustres para sectores de población tremendamente frágiles que subsisten caminando sobre el borde de una cuchilla, intentando no cortarse la planta de los pies…Algo que resulta casi imposible… Nuestros políticos y gobernantes no han dejado de ‘inventar’ expresiones con el único fin de mitigar o minimizar su auténtico contenido semántico por resultar demasiado áspero o grueso, lo que hacen intencionadamente para construir un discurso difuso y hasta versátil, fácil de corregir que les permite afirmar algo para luego enmendarlo sin pudor alguno aludiendo que nunca dijeron ‘digo sino diego’ o que no se referían a ‘esto sino a aquello’…

En tiempos de crisis brotan continuos movimientos solidarios, cadenas de ayuda cuyos eslabones son ciudadanos con recursos justos. Tal vez sea por eso que empatizan con mayor rapidez y son más sensibles, desprendidos y generosos. Aquellos que hablaban durante la última crisis económica de ‘apretarse el cinturón’, de bajar los sueldos amparados en una reforma laboral hecha a su ‘medida, los mismos que acabarán de nuevo enriquecidos y engrosando la lista de los más ricos cuando la pandemia pase, esos nunca harán cola ni tampoco presidirán iniciativa alguna en pro de los desfavorecidos… A ellos, más bien ellas, solo les veremos (enjoyadas, con abrigos de pieles y bolsos de Prada) allí donde la prensa conservadora les pida posar para la foto, interesados como están en que su ‘mano derecha sepa lo que hace su izquierda’…

Así que sí, convivimos con ‘pobres de solemnidad’ y con pobres estructuralmente pobres que ya lo eran, lo son y lo seguirán siendo a pesar de las redes solidarias…Hace más de una década Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, en una de aquellas charlas ‘tan sabias’ que impartía a los jóvenes siguiendo una escenografía que intentaba emular a ‘Jesucristo y sus discípulos’: él de pié y los oyentes sentados en el suelo, a la altura de sus rodillas…Así, desde arriba, hablaba precisamente de la pobreza (lo cual no deja de ser chocante viniendo de uno de los sectores más ricos de la Iglesia) apuntando a las palabras de San Marcos (10, 22) diciendo: «Todos hemos dejado lo que teníamos, y a gusto, para seguir libremente al Señor. Lo mismo da que fuera mucho o que fuera poco, porque lo hemos dejado todo con igual intensidad […] «… Ni siquiera Escrivá logró sacar de sus casas a sus ricos numerarios para trabajar en favor de los marginados…Una cosa es cierta, ‘todo’, aunque se refiere la totalidad, ni tiene carácter universal ni es la misma para cada uno de manera que ‘mi todo’ no coincide con el todo de nadie… Pero vivimos en un mundo interconectado e interdependiente en el que todos necesitamos de todos. Seamos generosos…hasta dónde cada uno pueda…

‘Bloody Mary’: el cóctel con nombre de Reina…

#Fase1

En tránsito hacia la ‘nueva normalidad’, me pregunto cómo organizaremos nuestra vida social de ahora en adelante…La noche no nos confunde de momento pues ahora y no hay actividad en los pub o bares de copas, cosa que sobre todo los jóvenes echarán de menos… Algo tiene la madrugada que invita al paladear bebidas más allá de la cerveza y de los maravillosos caldos con los que acompañamos una buena mesa…Y en esta frontera menos conocidas y para quienes disfrutan de un peculiar paladar, es donde se sitúan los cócteles entre los que destacan el internacionalmente conocido Bloody Mary…Es cierto que en España somos más de cervezas y vinos por lo que el cóctel se considera una bebida más restringida a determinados grupos cuyo consumo es muy recomendado en los brunch además de requerir establecimientos especializados generalmente menos asequibles a todos los bolsillos… Pero esta entrada no va sólo de un cóctel sino de su historias a fin de divulgar el nombre de su creador, un tal Fernand Petiot al que pocos recuerdan, así como la leyenda a la que debe su nombre…

Fernand Petiot frecuentaba el Harry’s New York, un bar situado en la Rue Daunnou de París, lugar de paso a la salida del trabajo que visitó a diario durante años y en el que socializaba con amigos y conocidos. Fue allí, donde un día cualquiera, allá por el año 1920, la iluminación le llegó como por sorpresa… Y metido detrás de la barra, como quien elaboraba una pócima mágica, preparó el combinado…La receta es muy simple: unos cubitos de hielo, vodka, unas gotas de tabasco y limón, zumo de tomate y una vez agitado suavemente en la coctelera, servir y aderezar con sal y pimienta al gusto. El rojo del tomate a través del cristal tal vez trajo a la memoria -no sabemos si del propio Fernand o de algunos de los presentes- el nombre de la famosa Reina apodada la Sanguinaria, nombre con el que finalmente bautizó al susodicho cóctel.

Se barajan diversas hipótesis sobre si fue su creador o no quien lo decidió, el caso es que sin querer o queriendo, la figura de la que fuera Reina de Inglaterra quedó así inmortalizada. María Tudor fue hija del primer matrimonio de Enrique VIII con la princesa española Catalina de Aragón , (Vid. Biografía: http://lapensadoragaditana.blog/dona-beatriz-cienfuegos-la-pensadora-gaditana/1571-2/, hija a su vez de los Reyes Católicos. El rey, deseoso de procrear un heredero varón que le sucediese, dejó finalmente encinta a su esposa que tuvo una niña, para decepción de Enrique, María, único fruto de esta unión. Algunos autores defienden que fue precisamente su condición de mujer la que definió tanto su carácter como su destino. El matrimonio a duras penas se sostuvo otros once años de continuos embarazos que resultaban frustrados sin que sobreviviera ningún hijo. Tales desgracias, sirvieron de excusa al Rey –conocido por sus veleidades hacia el sexo contrario- para anular su casamiento con Catalina y declarar a María hija ilegítima, a fin de contraer un segundo desposorio.

La nueva esposa no era otra que Ana Bolena ( Vid. Biografía http://lapensadoragaditana.blog/dona-beatriz-cienfuegos-la-pensadora-gaditana/ana-bolena-voy-a-perder-la-cabeza-por-tu-amor/), camarera de la reina Catalina, la misma de la que se ha dicho que tenía tres pezones y seis dedos en un pie y en una mano… Si fue o no verdad nunca lo sabremos aunque sí podemos afirmar que fue la reina que más influyó en este monarca débil de carácter, glotón y mujeriego que fue Enrique VIII. La nueva esposa,quedó enseguida encinta aunque dio a luz otra niña, Isabel. Ana Bolena no cesó de intrigar, influir y conspirar, además de seducir con miles de artimañas a su esposo, hasta conseguir que el Parlamento apartara a María de la línea sucesoria en favor su hija Isabel…

Como no podía ser de otra manera sin hijo varón, el rey no sólo acabó repudiándola sino que la mandó decapitar, tal vez porque sabía de su audacia, inteligencia y capacidad de manipulación, cualidades que residen simbólicamente en la ‘cabeza’, tal vez por eso la decapitó… Y como dice el refrán: a rey depuesto, rey puesto… y enseguida volvió a desposar esta vez con Juana Seymour que le dio el hijo varón tan deseado, futuro rey de Inglaterra, Eduardo VI.

María Tudor, la hija apartada de la sucesión se refugió en la fe que su madre, católica acérrima, le había inculcado a cuyo amparo sobrellevó los 37 años de paciente espera hasta que subió al trono en 1553. Por entonces Europa vivía en un clima de continuos enfrentamiento entre católicos y protestantes. La violencia y la crueldad de las persecuciones contra las comunidades protestantes ordenadas por la Reina fueron de tal envergadura que llegaron a ejecutarse a más de 200 personas en una sola noche. Tan perversas y sangrientas fueron estas redadas que los protestantes le otorgaron el sobrenombre de Bloody Mary, apelativo con el que ha pasado a la Historia: María, la reina sangrienta, la Sanguinaria.

Cuesta creer que alguien con ese apodo fuera reina consorte de España tras contraer segundas nupcias con nuestro rey don Felipe II, a quien su carácter templado le valió el sobrenombre de ‘el prudente’…Afortunadamente y para alivio de los protestantes, la Sanguinaria solo reinó cinco años…

Luego sucedieron otras muchas cosas, pero esa será otra historia…

Cambiando de tercio…

#Fase1.

Foto:mp_dcb

Tanto tiempo confinada me dio para reflexionar mucho recordando cómo era mi vida antes y repensar cómo será a partir de ahora… Es evidente que vivimos un proceso de ‘transposición’…Como si de una melodía se tratara nos adaptamos a una escala de tonos más acordes con la realidad actual y la de un futuro a medio plazo…No soy capaz de proyectar mucho más allá porque enseguida experimento inquietud e incertidumbre especialmente si las autoridades, con el pretexto de informar, nos desinforman…O eso me parece a mí cuando al escuchar atentamente los informativos percibo como resultado una sucesión de palabras semi vacías, aspirantes a clarificar que, sin embargo, producen el efecto contrario y acaban emborronando y enturbiando la información pues resultan comedidas en exceso y poco atrevidas o claras, algo así como un ‘quiero y no puedo’ que no me tranquiliza…Se supone que deberían comunicar con verborrea y locuacidad, con un lenguaje más claro y menos técnico que inspire más seguridad y confianza y menos dudas y sospechas…Ahora que lo pienso, a lo mejor de trata del ‘mediador’…

Pero así están las cosas y ahora que ya salimos a la anormal normalidad, nos tropezamos con la ‘dificultad de lo simple’, de lo sencillo, de todo aquello que hacíamos hace dos meses de manera natural e inconsciente, como, por ejemplo, tomarse una cerveza cosa que hice ayer por primera vez y que he valorado como un ‘ensayo práctico’ que, a todas luces, he suspendido…Encontrar mesa fue sencillo, mantener la distancia con mi amiga también. La camarera llegó con su mascarilla y su libreta a la antigua usanza y preguntó ¿vaso o botellín?…Las dos nos miramos cómplices y dijimos casi a la vez: ‘botellín, un tercio’…Así, a lo grande…Enseguida cuchichelleamos: «Sí, mejor así ¿verdad? ¡Qué buena idea lo del botellín!…» La chica se acercó y nos trajo un par de tercios abiertos y protegidos con una servilleta negra de papel que envolvía elegantemente el cuello a la par que se metía en el gollete, lista para girarla y dejarlo limpio como una patena…Luego chasquido de brindis, al centro y pa dentro…De aperitivo unos frutos secos en un pequeño cuenco del que mi amiga, muy versada en cuestiones de protección, (‘máster en mascarillas, alcoholes y líquidos de manos varios) y muy atenta para conmigo, vertió una pequeña parte sobre su servilleta, dejando el resto para mí en el envase original en que yo, menos estilosa, en un plis plas y con ‘la acostumbrada normalidad de antes’, metí la zarpa varias veces…

Foto: mp_dcb

Hasta hace nada esta liturgia era tan simple como cotidiana…Pero hoy por hoy parece que empezaremos a experimentar las dificultades ante las cosas más simples una teoría que, basándome en la experiencia de ayer, paso a detallar. Primero, mi amiga vino a recogerme en la puerta de casa. Conforme me dirigía a su coche me indicó la puerta de atrás, como habíamos quedado. Me senté en el asiento totalmente preparado para la ocasión, a fin de mantener la distancia prudente recomendada. Me sentí como si fuera en un taxi e incluso bromeé al respecto. Luego, llegamos al paseo marítimo como por primera vez… La arena estaba lisa y limpia: ‘Como no hay depredadores’ -sentenció mi compañera- a lo que yo asentí de inmediato con la cabeza… Luego comentamos: ‘Nunca se vieron tantos deportistas’…Y es que todos, hagamos o no deporte, vestimos de esa guisa…Apenas anduvimos 50 metros, mi compañera vio el bar abierto y una mesa libre en primera fila, así que cual niña feliz ante la travesura, se dirigió a ella mientras miraba hacia los lados por si divisaba algún rival yendo hacia el mismo objetivo…Ya sentadas y servidas, enviamos las fotos que previamente nos habíamos hecho para inmortalizar el momento y de paso provocar alguna que otra envidia…Nos quitamos las mascarillas, obvio.. Yo no sabía dónde ponerla. Mi amiga -muy previsora- sacaba y metía el móvil en una bolsa de plástico -libre de virus- Yo me toqué la cara a dos manos mientras hablamos de un jabón de arroz muy bueno para la piel, manos que apoyé luego en la silla de plástico y que, anteriormente, como dije, introduje varias veces en el cuenco del aperitivo…Lo mejor (o peor según se mire) fue la sensación de estar infringiendo la ley o huyendo como un par de fugitivas a punto de ser descubiertas in fraganti

La nueva normalidad es tan nueva que está toda por estrenar…Todo aquello que por sencillo o simple nos parecía fácil, ahora constituye un verdadero reto y está sujeto a un ceremonial al que deberemos acostumbrarnos si queremos sobrevivir … En fin, nuevos tiempos, nuevos retos…Nunca lo simple ne resultó tan complejo…

Soñando el mundo al revés…

#Fase1

Cuando mis hijos eran pequeños cantábamos esta canción infantil… La letra no tiene desperdicio: un lobito bueno maltratado por corderos…un príncipe malvado…una bruja hermosa sin verrugas en nariz y un pirata íntegro y decente que no robaba ningún botín…Todos los tópicos destrozados y todos los íconos de la infancia deconstruidos en favor de soñar con un mundo vuelto del revés como un calcetín y para bien…Un genio Paco Ibáñez…

No sé por qué me levanté tarareando esta canción. Llevo días añorando mi antigua rutina aunque, pensándolo bien, la nueva no cambió demasiado. Lo que en realidad echo de menos es la libertad de acción y quedarme en casa como una opción y no un deber… Y digo ‘deber’ de manera premeditada, consciente, porque es así como lo veo: frente a mi derecho a preservar mi salud está el deber de proteger la de los demás. También yo soy una fuente de contagio en potencia…Ojalá el coronavirus luciera coronas luminosas, perceptibles desde el exterior que nos alertaran, pero no…

Y al hilo de la canción, Eduardo Galeano habló también de un mundo al revés: «El mundo al revés -decía- nos enseña a padecer la realidad en lugar de cambiarla, a olvidar el pasado en lugar de escucharlo y aceptar el futuro en lugar de imaginarlo. En la escuela son obligatorias las clases de impotencia, amnesia y resignación»… El pensador piensa con acierto que los seres humanos no solemos aprender de las experiencias vividas, con sus errores y aciertos, olvidando con facilidad el presente sin darnos cuenta… sin darme cuenta que el ‘ahora’, justo antes de escribirlo, conformaba mi futuro inmediato y apenas escrito ya ha mudado convertido en pasado…El tiempo se diluye, cambia y nos transforma continuamente, sin fisuras, sin descanso, sin quietud alguna…

He defendido las bondades que pueden nacer de la pandemia. He reflexionado sobre el confinamiento como una oportunidad para mirar hacia dentro mientras fuera transcurren el caos y el sufrimiento. He considerado que los grandes acontecimientos constituyen el preludio de un intervalo o etapa marcada por cambios profundos, los mismos que nos aguardan… Pero me temo que va ser verdad el dicho: ‘el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra’, porque no percibo actitudes de cambio entre quienes se supone, deben cuidar de nosotros como sociedad, como colectividad. Por el contrario sigo contemplando ambición, soberbia, presunción, prepotencia, arrogancia y vanidad entre poderosos y gobernantes que compiten a fin de ser los primero en ‘desescalar’ a los ‘suyos’, como sea, para colocarse la medalla y adjudicarse el mérito de un esfuerzo que no les pertenece… Actitudes y disposiciones contrarias, opuestas, antagónicas e incompatibles con un mundo al revés pero para mejor…

El símil del ‘lobito bueno’ seguirá siendo una utopía, una fantasía, una quimera… El lobo cuando tenga hambre devorará a los corderos al igual que quienes nos gobiernan se llevarán por delante a los mismos, a los de siempre y arrasarán con todo para quedárselo…Porque «…de los pobres sabemos todo: en qué no trabajan, qué no comen, cuánto no pesan, cuánto no miden, qué no tienen, qué no piensan, qué no votan, qué no creen…Sólo nos falta saber por qué los pobres son pobres…¿Será porque su desnudez nos viste y su hambre nos da de comer?…» Tal vez sea porque no todos somos hijos del mismo Dios…

La ‘nueva normalidad’: la ilusión de la supervivencia…

#Fase1

Según la RAE ‘normalidad’ es la «cualidad o condición de normal», lo que nos lleva a otra definición que nos aclare qué se entiende como lo ‘normal’. El mismo diccionario en su cuarta acepción dice: «Dicho de una cosa: que por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas formas fijadas de antemano»…Así que efectivamente ya estamos en una ‘normalidad nueva’, a estrenar, porque ciertamente ‘las formas’ han sido ‘fijadas’ de antemano e invalidado las que teníamos hace dos meses…Justamente ayer comenzamos de facto esta etapa para la que poco a poco nos hemos ido preparando, integrando nuevos comportamientos, nuevas formas y usos, hasta completar el universo que conformará el recién nacido concepto, el mismo que nos permitirá que llevar una vida ‘parecida’ a la de antes del covid, teniendo en cuenta que ‘ser y parecer’ no son lo mismo…

Los seres vivos en general poseemos un fuerte instinto de supervivencia y una enorme capacidad de adaptación a la que los humanos sumamos la resiliencia, una excepcional herramienta de conformación o acomodación que nos capacita para soportar situaciones especialmente escabrosas o adversas sobre la que he venido reflexionando desde que comenzara el confinamiento. El coronavirus llegó para quedarse y de paso alterar nuestras vidas, meternos el miedo en el cuerpo y obligarnos a permanecer primero confinados y ahora en régimen de semilibertad…Los gobernantes han tenido que recluir a la población e inducir un ‘coma’ generalizado (incluyendo a la economía) al tiempo que la comunidad científica desarrolla a todo gas la vacuna y tratamientos eficaces para combatir la enfermedad…Mientras, para que no cayéramos en pánico, se nos ha ido preparando, adiestrando e instruyendo de cara al progresivo desconfinamiento. Casi sin darnos cuenta hemos asimilado un nuevo lenguaje y asumido nuevos términos, insertado medidas de higiene en nuestra rutina, modificado los códigos sociales y reprimido casi la totalidad de los gestos que caracterizan nuestras prácticas emocionales…Cambios que se han producido en un clima de buena disposición, disciplina y obediencia sin apenas resistencia …Hemos sido (la mayoría) dóciles y fuertes…

Sin embargo la ‘nueva normalidad’ no deja de ser una ‘ilusión’ o un anhelo, tanto en cuanto es una realidad construida por quienes conocen la envergadura de este virus y poseen la capacidad de proyectar sus efectos adversos a partir de una información top secret, sólo al alcance de las altas esferas de poder. Es posible que desde que comenzó la pandemia expertos sociólogos, psicólogos, médicos y científicos interdisciplinares hayan trabajado sobre la hipótesis de la sociedad postcovid, tal vez la única viable, que nos permita trabajar, producir, relacionarnos y convivir. Una hipótesis construida que se pone en marcha, que comienza a instalarse en nuestro imaginario social y que probablemente, en breve, pase a ser simplemente ‘normalidad’ (sin el adjetivo ‘nueva’)…

En esta primera fase estamos abocados a afrontar una prueba de fuego: el encuentro con pareja, la familia o los amigos sin besos ni abrazos… Un esfuerzo de contención que hemos ido cultivando a nivel mental durante el confinamiento, reforzado mediante consignas de advertencias a través de la propaganda del Estado y un bombardeo de mensajes en los medios de comunicación y las redes sociales. Así hemos trabajado conjuntamente la toma de conciencia por un lado, el miedo y responsabilidad por otro. De fondo subyace una especie de acuerdo tácito, una llamada al establecimiento de redes de solidaridad, empatía y de mutuo apoyo que junto a los vínculos fraternales han ido preparando el ánimo y reconfortando el espíritu para garantizar, con cierto éxito, el desconfinamiento progresivo…

La experiencia me ha enseñado a descubrir lo bueno de lo malo, a colocarme siempre en la tesitura de lo ‘menos malo’, considerando la alternativa de que todo aquello no deseable podría ser aún peor.. Y desde esta óptica me hago esta reflexión: la pandemia ha permitido que eclosione el ingenio de unos, la imaginación de otros, la solidaridad de todos y la oportunidad de cultivar un valor en alza: la paciencia. El covid-19, nos guste o no, nos ha enriquecido con ciertas bondades aunque las palabras ‘bondad y virus’ unidas en la misma frase, no casen…