Soplan vientos de cambios…


«Debemos buscar un equilibrio, porque ni mucho viento es bueno, ni nada de viento. Del viento podemos conseguir cosas buenas como volar, navegar, producir energía eléctrica, la clave es saberlo aprovechar para tu favor».
Fotografía: mp_dc

Que los vientos tienen su importancia lo sabemos desde que la mitología griega dedicara una deidad a este fenómeno meteorológico: Eolo, dios y señor de los vientos, que habitaba la pequeña isla de Eolia junto a sus seis hijos y esposa. Por allí se movía libremente tanto por el mar como cerca de la costa, controlando las idas y venidas de todos los vientos desde el principio de los tiempos. Eolo tan temido como respetado…

No obstante desde que se produjo el tránsito del ‘mito al logos’, las respuestas tradicionales y arbitrarias a las diversas cuestiones que la humanidad se planteaba, cedieron el paso a explicaciones lógicas, racionales y científicas. Por eso actualmente tenemos tanta información sobre los vientos. Y entre tantos estudios unos cuantos evidencian la influencia de algunos en nuestra salud física y emocional, aunque no afecta a todos por igual, pues como es sabido existen las personas meteosensibles… A este respecto se encuentran numerosas pruebas empíricas pero faltan estudios estadísticos que avalen y sostengan tales afirmaciones. Por otro lado la geografía es un factor determinante. Así, en España, contamos con vientos característicos según qué zonas o regiones como el Cierzo, que sopla en el valle del Ebro. El Solano que barre en Castilla-La Mancha. La Galerna que sopla en las costas del Cantábrico y el Golfo de Vizcaya. La Tramontana que afecta a Baleares y el Levante que sopla del este y actúa en sus dos versiones: fresco y húmedo en la costa Mediterránea, seco y cálido en Andalucía occidental. Y el siroco que viene del Sáhara  y llega a velocidades de huracán en el norte de África y el sur de Europa.

En mi tierra el viento de levante es el que más influye y más afecta el ánimo. Nos azota, nos vapulea, nos hace tambalear, nos empuja, y a veces, acaba tumbándonos… En invierno, si coincide con lluvia, es imposible abrir un paraguas. En verano, las sombrillas de la playa salen volando y si te has bañado, cientos de granitos te pinchan la piel y acabas de arena hasta las orejas, literalmente…

El levante nos cansa, nos pone irascible, irritables y vagos… Además nos impide salir a cualquier hora, obligándonos a permanecer en casa a media luz, con las persianas bajas, buscando rendijas que nos iluminen mientras esperamos la llegada  del fresco con el caer de la tarde. Y por si fuera poco no nos permite conciliar el sueño, y por tanto, también nos impide soñar…Así de jodido es levante…

Los efectos emocionales y físicos de los vientos peninsulares son de sobra conocidos. He citado al levante pero otros -como la tramontana, el viento del sur o el siroco- producen en individuos que padecen cuadros de ansiedad, depresiones o migrañas, efectos desquiciantes y perturbadores. Ya lo decía Chus Lampreabe en la película ‘Volver’ -una de mis favoritas- dirigida, como se sabe, por el manchego Almodovar: “Es el viento. Maldito viento que saca a la gente de quicio”, comentaba Raimunda, el personaje, refiriéndose al solano, viento propio de La Mancha.

La metáfora del viento en sus múltiples versiones, -«un mal viento», «está aventado», «tiene el viento en la cabeza», «le dio la ventolera»- suele también usarse en épocas de cierta convulsión. Y entonces decimos que «soplan vientos de cambio». No podemos negar que este sea uno de esos momentos. Basta abrir un periódico para encontrar numerosos ejemplos, agunos de los cuales nos ponen los pelos de puntas: abusos, crímenes, guerras, robos, sobornos, escándalos judiciales… Esta es la música que suena. Como un chirrido o un silvido envolvente y entrecortado por el choque contra diferentes obstáculos, como una sinfonía o como el preludio de algo que aun está por llegar… Y aunque, al menos en mi tierra, hoy no sople ningún viento, parece seguro que una ligera brisa nos refrescará de las altas temperaturas de esta primavera que ya huele a verano…’Sumemos’, seamos coherentes y generosos. Hagamos que los ‘vientos de cambio’ sean nuestros aliados y soplen a nuestro favor. «Cuando sopla el ángel del viento del cambio, revela las cosas que habían estado ocultas y las cosas que podían habernos retenido se aclaran» (Salmo 104:4).

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