Búhos, alondras y el «canto del gallo…»

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Mucho se ha dicho y escrito sobre el sueño y los sueños. Desde Calderón de la Barca que habló de la vida y sentenció que ‘los sueños, sueños son’ en ese profundo monólogo de Segismundo, pasando por Freud que fue más allá para adentrarse en la mente humana, apostando por la interpretación onírica…A partir de aquí la disertación podría continuar desde diferentes ángulos y perspectivas…

Según la RAE, el término ‘sueño’ tiene tres acepciones: 1.- Acto de dormir 2.- Ganas de dormir 3.- Acto de representarse en la fantasía de alguien, mientras duerme, sucesos o imágenes. Sobre soñar despierto no se dice nada… El caso es que necesitamos dormir y es una realidad que con la edad suelen aparecer ciertos cambios en los hábitos del sueño. A este respecto existe la creencia popular sobre el número de horas que corresponden según franjas de edad, observándose que conforme nos hacemos mayores se necesita dormir menos, cosa que, a decir de los estudiosos, no es así. Lo que sucede en general es que con el paso del tiempo se pierde dicha capacidad y el sueño se altera e interrumpe, a veces, por la falta de actividad o a consecuencia de la medicación, por estados de ánimos o pérdidas…

Esta curiosa reflexión me viene a la cabeza tras la lectura de un artículo de Juan José MIllás sobre el insomnio. Un análisis pormenorizado, basado en datos científicos y en la propia experiencia, sobre las consecuencias que acarrea para quienes que lo padecen y, a consecuencia de lo cual, según el autor se veran abocados a vivir las noches inmersos una ‘pseudovida noctámbula’, imaginada por Millás, que acontece mientras el resto del mundo descansa. El artículo constituye una reflexión que invita a pensar, sobre todo, si hemos tenido la oportunidad de vivir alguna que otra noche en blanco, mientras los demás duermen a pierna suelta a tu alrededor…El escritor desgrana los diversos escenarios testigos mudos a esas horas intespectivas, explicando que, aunque nos despertemos en el mismo entorno donde vivimos de día, todo parece mutar durante la noche a lo que añade el acompañamiento de un silencio sepulcral que se mastica, apenas interrumpido por algunos ruidos, el maullido de un gato o el paso de algún coche…

Según los entendidos a lo largo de nuestra vida nos vamos decantando hasta quedar, finalmente, inscritos en uno de estos dos grupos: las alondras o madrugadores y los búhos o noctámbulos, preferencia conocida como ‘cronotipo’, que nos viene predispuesto o condicionado por la genética, el ambiente donde vivimos, la exposición a la luz solar o el horario de comidas y de actividad física. En opinión de algunos expertos lo ideal para rendir al máximo sería adaptar nuestro cronotipo al trabajo y al resto de nuestras actividades pero no es así. Tal y como está organizada la sociedad los alondras no lo pasan tan mal, son los búhos quienes llevan todas las de perder por razones obvias, pues experimentan un continuo conflicto entre los horarios marcados por sus genes y los del trabajo. De manera que podría decirse que viven sujetos a un permanente ‘jet lag social’, por lo que suelen necesitar recuperar descanso los fines de semana…

Mucho han cambiado las cosas en la cultura del sueño, al menos, en occidente. Para empezar actualmente las ciudades –tan ruidosas durante el día- se silencian durante la noche lo que, a priori, facilita el descanso. Pero esto no siempre ha sido así, pues los núcleos urbanos en la antigüedad eran muy ruidosos como testimonian algunos escritores y poetas, por ejemplo los hispanos Marcial y Séneca. El primero se quejaba de los ruidos constantes de la populosa Roma de la que, dice, se marchaba a menudo a su ‘casa de campo’, suponemos que más silenciosa. y menos estresante…Séneca se quejaba igualmente de los ruidos porque vivía justamente encima de unos baños públicos… Y no fueron los únicos. En general muchos se quejaban del traqueteo de los carros y algunos documentos de época romana afirman que eran tantos y variados los sonidos que podrían conseguir incluso despertar a Druso, cónsul romano, conocido por la profundidad con que dormía…

Y muy relacionado con el sueño tenemos el canto del gallo, que funcionó a modo de despertador in illo tempore, cuando las horas venían marcadas por los ciclos naturales y las labores del campo. El cacareo matutino indicaba que estaba a punto de comenzar la jornada, cacareo que, a decir de los estudiosos, es debido a un reloj interno que anticipa al gallo la llegada del amanecer. Al parecer, casi todos los animales tienen ciclos diarios de actividad que se conocen como ‘ritmos circadianos’. Aunque según Takashi Yoshimura, coautor de un estudio especializado en relojes biológicos en la Universidad de Nagoya, “nadie [ha] demostrado experimentalmente la implicación del reloj biológico en este conocido fenómeno”. Sea como fuere, los gallos cumplieron un papel, digamos que social -anterior a la invención de los despertadres- a lo largo de la historia. Un ejemplo de su cotidianeidad se comprueba en las palabras de Jesucristo a su discípulo Pedro, en Mateo 26:69-75: «Antes que cante el gallo, me negarás tres veces». Y así fue…

Finalmente, y como curiosidad, comentar lo que sucedió en la ciudad de Síbaris, la ciudad del placer, antigua colonia griega situada en el golfo de Tarento, en el Mar Jónico. Dicha ciudad, gracias a la gran cantidad de recursos con los que contaba y al desarrollo del comercio con las localidades vecinas facilitado por su enclave geográfico, se convirtió en un importante centro comercial en el que sus habitantes disfrutaban de un alto nivel de riqueza además de gozar de un gran desarrollo urbanístico. No obstante, los gobernantes de Síbaris  prohibieron  el establecimiento de oficios productores de ruidos como herreros, toneleros, constructores o criadores de gallos. Y es que  la gran urbe concedía el derecho de ciudadanía a todos sus habitantes, lo que dio lugar a la llegada masiva de emigrantes, mano de obra abundante que contribuyó a su pujanza, a lo que se suma que sus dirigentes eludieron la participación en el arte de guerrear, entregándose a vivir como auténticos ‘sibaritas’ disfrutando del lujo y el placer (de ahí la semántica del término). Fue por esta razón que se denegó la cría del gallo, para que los moradores pudieran descansar tras largas noches de fiestas hasta el amanecer… Una idea brillante que las personas- búhos de Síbaris, sin duda, agradecierían…

Crónica de un verano «normal…»

Fotografía: mp_dec

Se dice que este ha sido el primer verano «normal» después de la pandemia…Verano, que según los meteorólogos y climáticamente hablando, ya ha dado paso al otoño… Otra cosa es lo que nos dice la realidad o la experiencia. Porque el calor continúa acechando aunque, por medio, se crucen algunas borrascas. Personalmente estoy encantada pues, sin eclipsar un ápice de mi identidad andaluza, presento cierto ramalazo nórdico que me decanta por el gusto de las estaciones invernales -dias grises y lluviosos incluidos-, por la paleta de otoño con sus marrones y ocres o el fresco de las mañanas y las tardes más cortas…Me encanta el olor de la casa a chimenea encendida o el aroma a tierra mojada y unos pies bien calzados con calcetines de lana… No es lo usual aquí, lo sé. Quiero suponer que esa ráfaga de pequeños placeres que inclinan una parte de mí hacia costumbres norteñas, no debería resultatme del todo extraño pues, he de confesar, según tengo entendido, que mi abuela paterna era vasca y mi primer apellido hunde sus raíces en la región cántabra de Trasmiera… En fin, a lo que voy y sin más preámbulos: declaro que estos días de ‘veroño’ (mitad verano, mitad otoño) me siento extraña en mi propia casa. Será por el tiempo, será porque más de un mes atareada y acompañada me han dejado un ligero sabor a nostalgia y una pizca de añozanza. Nada que en breve no pueda superar… O eso espero.

Por otro lado, estos días tambien me estuve preguntando cómo retomar el blog, desde qué otra perspectiva una vez abordada la personal… Y pensando en el tema para este nuevo post me acordé de la profecía vaticinada que nos ha acompañado estos meses. Profecía anunciada desde diferentes altavoces tanto nacionales como internacionales, procedentes de las diversas esferas de poder (económica, política) y actores sociales, que nos afectan como colectividad. Ese rum rum que nos están soplando continuamente al oído como miembros de nuestra nación y como ciudadanos del mundo, anunciando un duro invierno y la necesidad de cambiar nuestra cultura energética…

Este aviso o advertencia, por otro lado tan insistente, que ha sonado de fondo durante todo el verano sobre ‘lo que está por venir’, ha llegado de la mano de la guerra de Ucrania y de la presión rusa sobre el control de gas…Y eso que ha sido un verano súper, con casi el 100% de ocupación hotelera. Aquí en mi ciudad no cabíamos: de 80.000 que somos habitualmente, pasamos a 200.000, por poner un ejemplo…Lo que me lleva a pensar dos cosas: o bien el Gobierno quiere poner el parche antes que salga el grano, es decir, prevenir, o bien exageran asustándonos para que luego resulte menos grave y así se apunten el tanto… El caso es que tenemos una ocasion de oro para la solidaridad y los gobiernos tendrán que emplearse a fondo, reinventarse y evitar que los solidarios sean siempre los mismos…La clase trabajadora ya ahorra energía sólo por el mero hecho de no poderla pagarla ¿Qué harán los ricos? ¿Segurán poniendo la lavadora y la calefacción a tutiplen? ¿Cómo se les controlará?

Y ya metidos en harina, en mi opinión la actividad política no ha cesado y se percibe un cierto tufo electoral… A pesar de las vacaciones los ministros se han dejado ver, alternando entrevistas y declaraciones, todos repitiendo el mismo mensaje: ‘cuidado que viene el lobo’.

A nivel nacional ha llamado mi atencion, la reciente noticia sobre Toni Cantó, por entonces director de la Oficina del Español, anunciando que dejaba el cargo… Y digo que llama mi atención por la ‘cara dura’ y el abuso, no por la relevancia. Este hecho ya ha quedado diluido, pues el sr. Cantó, con todos mis respetos, es irrelevante desde que concluyó la serie «7 Vidas» que le dio mucha popularidad…De momento no se aclaró nada más. sobre dicha renuncia. Mutis por el foro… Pero enseguida, los periodista curiosos y sabuesos, delataron lo que había detrás. Y resulta que ficha por una TV privada (7NN) para hacerse cargo como presentador de un nuevo programa en la parrilla de la próxima temporada…Da la impresión que el actor metido a político se ha cansado del interpretar el papel de director del chiringuito, tal vez porque le venía grande o tal vez, simplemente, porque la pela es la pela nen…Sea como fuere, parece que protagoniza una nueva trasición desplazándose peligrosamente hacia la extrema derecha, pues dicha cadena es afín a VOX. Primero vistió el ‘rosa’ con Rosa Díez, luego el ‘naranja’ con Albert Rivera, recientemente el ‘azul claro’ con Isabel Ayuso y ahora parece que marca tendencia hacia el verde Abascal… Que no se diga que el actor no es versátil ni toca casi todos los palos…

En el ámbito internacional, apenas hace una semana, falleció la Reina Isabel II. En su última aparición se la veía una simpática anciana que inspiraba cierta ternura, una mujer longeva cuyo reinado ha sido determinante, clave, en la historia de Gran Bretaña. Con ella se cierra una parte importante de la historia del siglo XX, de cuyo reinado y personalidad algo hemos conocido gracias a series como The Crown. Sobre ella se ha dicho y escrito mucho estos días, así que solo comentaré lo que más llama mi atención de la cultura británica: por un lado, el respeto y profundo afecto que la realeza despierta en su pueblo a pesar de todos los escándalos y por otro, el ferreo protocolo conservado impoluto, intacto e inmutable, a punto de cumplir casi un milenio de historia…

Parece que el nuevo monarca, Carlos III, no goza -según las encuestas- de las simpatías de su madre ni de las de su hijo. Para empezar y, como se ha visto en la Proclamación y en las exequias, el Rey ya ha mostrado gestos poco delicados e incorrectos durante la firma de documentos que tuvieron lugar durante los actos, al querer hacerse hueco en la mesa o tras mancharse los dedos de tintas, gestos que se han hecho virales y han tenido diferentes interpretaciones… Su Majestad debe tener presente que vivimos en una sociedad visual, en la que nada escapa al ojo del espectador…También dice mucho de él que no esperase a enterrar a su madre para despedir a más de cien personas a su regio servicio… A la luz de los testamentos nobiliarios, la historia demuestra que en el pasado a los servidores se les valoraba la lealtad por los años de servicio y eran tenidos en consideración, teniendo en cuenta que algunos pasaban toda su vida sirviendo a la misma familia. La frialdad con que ha tratado Carlos III esta cuestión, da que pensar sobre su personalidad y carácter…La historia lo juzgará en el futuro.

Y esto es casi todo, o más bien una parte, de lo sucedido este primer verano «normal» post pandemia. El nuevo curso se presenta incierto y plagado de incógnitas, cuya gravedad y repercusiones solo el tiempo y la Historia desvelarán…

Mientras, sencillamente vivamos…

De vez en cuando la vida…

Imagen: mp_dc
De vez en cuando la vida…(J.M. Serrat)

Así, como quien no quiere la cosa, ha pasado más de un mes desde mi última entrada…Por entonces me despedía anunciando una ‘buena nueva’: la boda de mi hija, que ya se celebró hace apenas una semana, aunque el tiempo nos engañe y parezca bastante más lejana…

El acontecimiento vino precedido de un verano tan ilusionante como tórrido. Días de luz y de calor que hemos ido viviendo despacito… Con la casa a rebosar llena de maletas, de bolsas, de bultos y, sobre todo, de ilusiones. Personalmente me empeñé en vivir en un presente continuo, con conciencia plena, consciente en cada instante. Será por aquello que decía la canción «solo se vive una vez» y, puedo afirmar con satistacción que así ha sido.

Respecto al avituallamiento e infraestructura doméstica, nos organizamos bastante bien y nos apañamos para poner la ropa de la novia a buen recaudo -por si acaso fuera verdad el dicho de la mala suerte- apartada de la vista del futuro cónyuge quien, a su vez, también ocultó la suya. A ratos, lucíamos zapatos nuevos  para andar por casa e ir haciendo el pie o ensayábamos el baile. Sobra decir que con aquellas pintas más que bailar tocaba reír. Y así han ido pasando los días, entre anédotas, sonidos de chanclas, consultas,  puestas en común, llamadas de teléfono, encargos, compras, paquetes que llegaban, pruebas de vestidos, ropas enfundadas, preparativos, nervios, secretos, confidencias, risas, lloros de alegría, idas y venidas y altas dosis de complicidad aderezada con multitud de sentimientos y emociones a flor de piel…

Hemos tenido la oportunidad de conjugar infinidad de verbos: planear, hablar, confiar, soñar, confesar, compartir, reír, llorar, comprar, comer, recordar, ensayar, escribir, envolver… Y realizado multitud de acciones, entre ellas, hacer trenzas a mi hija antes de ir a la playa, además de tomar el sol, largas sobremesas, salir a desayunar churros y, cómo no, recordar aquellos maravillosos años de infancia, de colegio, de juegos…Nos empecinamos en vivir la espera sin prisas aunque sin pausas. Viviendo con toda la lentitud que el reloj nos permitía, sin rebajar un ápice de entusiasmo o pasión. Dejando que los días se deslizaran solos sobre el calendario a su ritmo natural, sin intentar acelerarlos o adelantarlos… Sin ansiedades ni zozobras, con la seguridad y la certeza de que llegaría como llega todo. Y así, poco a poco, hemos ido saltando de fecha en fecha, sin arrepentimiento, ni ansias, ni anticipación…

Quienes me leen conocen de sobra mi admiración por los clásicos y saben que siempre he defendido la sabiduría de los griegos. Cosa que declaro a la luz de las opiniones de reconocidos académicos e intelectuales que lo descubrieron antes que yo, naturalmente. El argumento de fondo es bien sencillo: una cultura que descubrió el «amor por la sabiduría» y dio a luz a las grandes personalidades consagradas a forjar las bases de nuestro pensamiento occidental, no podía sino dejarnos el inmenso legado de sus juicios, discernimientos, reflexiones y algunas de sus conclusiones. Por eso sé que si ellos defendieron y se inclinaron por recrearse en la vivencia de las ‘vísperas’ (del latín «vespĕra» que quiere decir la tarde), preámbulo o antesala de cualquier gran festividad por algo será, entre otras cosas, porque una vez llegado el ‘día del evento’, la experiencia nos ha enseñado que el tiempo transcurre con tal fugacidad que nos pasa casi inadvertido, de puntillas, como si nos pillase distraídos o desprevenidos, sin darnos cuenta…

En fin, solo puedo añadir que ha sido un verano para recordar; Intenso, indeleble, inconmensurable, sempiterno, imborrable…Aunque, a veces, algunos recuerdos nos nublaron la vista y humedecieron los ojos para luego, dibujarnos amplias sonrisas. Y, lo más importante: estuvieron todos, incluso quienes faltaron y los permanentemente ausentes,  a quienes trajimos con nuestro recuerdo para reírlos y llorarlos con lágrimas buenas, amables, sinceras, plenas de amor y respeto…

Ya lo dice la canción de fondo, de vez en cuando la vida nos regala momentos inolvidables que pasan a formar parte de algún ciclo en nuestra memoria. Instantes de plenitud que nos abstraen de la realidad cercana, nos elevan, trascienden, nos llenan de nostalgia y, sobre todo, nos permite tomar una bocanada de aire y degustar un sorbo de ese elixir que tanto se prodiga llamado «felicidad», el néctar de los dioses, del que aún saboreamos los restos retenidos entre los labios…

Momentos efímeros tras los cuales toca, de nuevo, poner los pies en el suelo y retomar lo cotidiano, mientra comienza a sonar la vieja melodía invitándonos a ‘volver a empezar’, porque la vida sigue imparable sin que podamos retener ningún instante…

Regresa ‘la pensadora gaditana’ con energía renovada, satisfecha del deber cumplido…Nos vemos en el siguiente post… Eso espero…