En off…

Fotografía: mp_dc

Tal vez este sea el post especial-verano. Seguramente. Y con él la voz en off de quien suscribe se tomará un receso hasta septiembre. En breve la casa se llenará de voces, de sonidos de chanclas, de idas y venidas y largas sobremesas… La familia llega deseosa del descanso, de la playa, de los mimos…Ansiosa de los sabores y aromas de la infancia, de los besos y abrazos que escasean el resto del año…Confieso necesitar también esas sinergias con las que se nutren y refuerrzan los vínculos y los afectos, a pesar del jaleo y el cansancio que acarrean… Y, si bien es verdad que ningún verano es igual a otro, esta vez lo está siendo con más motivos y fundamentos…

Julio, abrasador, va agotando los días y nosotros con él, al tiempo que transitamos una durísima canícula acentuada por las olas de calor de un verano climáticamente peculiar donde los haya… Ya sabía yo, desde que comenzó el año, que sería especial y diferente, porque mi familia se prepara para un gran evento: la boda de mi hija, de mi única hija. La misma a la que dediqué la entrada titulada ‘La niña de mis ojos’. Esa que ayer mismo (metafóricamente hablando) sostenía entre mis brazos vestida con un faldón blanco y un jersey rosa que le tejió mi madre… La pequeña de los tres, a la que sus hermanos, aliados en el juego, hacían rabiar provocando sus quejas y lloros absurdos y caprichosos… Ella, tan presumida y coqueta, intentando decidir su ropa para el cole desde los tres años, imponiendo sus criterios estilistas desde la adolescencia… Siempre tan apegada a mí y yo tan empeñada en que fuera independiente, capaz, resolutiva y solvente en todos los sentidos, tal y como ha sido… Y si tuviera que destacar algunas de sus cualidades, diría que es una mujer inteligente, resiliente, fuerte y sincera a lo que sumo una bondad natural, a veces oculta tras alguna que otra ráfaga de visceralidad… Por supuesto tiene sus defectos, varios, pero una madre nunca los desvelaría, ni siquiera a los suyos…

Nuestras primeras transiciones familiares las hicimos en otra localidad, en una casa más pequeña, nuestro ático, aquel que todos recordamos como un lugar ligado a cierta magia porque todos y cada uno realizamos algún sueño. Allí abundaron más las risas que los llantos y sobre todo reinó la inocencia, la ilusión y la esperanza…

Luego llegaron los cambios, algunos inesperados. Y las mudanzas, porque la vida es larga y las exige. Y en todos estos recorridos las madres, desde el vagón de máquinas, procuramos una buena conducción, hacemos lo que podemos teniendo en cuenta, como dice una amiga, que los hijos no traen un ‘manual de instrucciones bajo el brazo’, a lo que añado que nadie puede predecir el futuro… O sea que repetiré frase: aprendemos aprendiendo. Ensayo-error, intuiciones, pálpitos, decisiones equivocadas, piedras en el camino con las que tropezamos, a veces, más de una vez…Y así, tropiezo tras tropiezo, como si de un milagro se tratara, de vez en cuando se produce un acierto…Y entonces respiramos hondo agradecidas…

Pero el tiempo pasa demasiado rápido. Y pasan las quejas porque no dejan dormir los fines de semana, los disgustos del cole, las tareas de las tardes de invierno, los programas infantiles de la TV, las preocupaciones de la adolescencia…Hasta que un buen día al despertar, resulta que ya no se les oye gritar, ni reírse, ni pelearse, aunque siguen en casa, acostados en sus camas, durmiendo la mañana porque vivieron la noche. Y aquellos cuerpecitos diminutos que antes arropabas se han hecho grandes y fuertes. Han dejado de ser niños…Renglón seguido, apenas un segundo después, la casa se sumerge en un silencio casi definitivo porque ya no viven con nosotros: La gallina abre sus alas para dejar ir a sus polluelos, ley de vida. Para entonces, la casa se vuelve grande y espaciosa. Es una nueva  transición: el nido vacío.

Y una suma y suma arrugas en la piel y cicatrices en el alma. Inventa nuevas vidas, se reinventa, cosecha sueños que quizá, solo quizá, un día pueda compartir, aunque ya prevea que no queda mucho tiempo para sueños…Porque el mundo gira y gira sin parar, sin que sepamos qué nos depará cada vuelta, cada cruce de camino o cada puente cruzado…

La gente de mi entorno me pregunta si estoy feliz por la boda. Claro que lo estoy. Por mí, por ella, por ellos y porque tengo la suerte de ser partícipe de una ilusión que comparto y contemplo en primera fila… Aunque inevitablemente, el recuerdo de quienes no están, acuda a mi memoria devolviéndome un sabor agridulce que asumo con dignidad…El sabor de la vida vivida…

Durante un tiempo los hijos creemos que nuestras madres están protegidas o blindadas por una especie de halo de eternidad. Pensamos incrédulos, que nunca nos faltarán -les faltaremos- que siempre estarán -estaremos-… Pero la experiencia nos dice que así no funcionan las cosas…Y ese día llegará también para mí. Para entonces (ojalá sea más tarde que pronto) a mi hija le diría que siento no haber sido eterna ni atemporal, aunque nunca se quedará sola, porque mi sangre fluye por sus venas y mi ADN nos ha proporcionado algunas sinergías que nos unirán a través de la memoria… Porque en verano se refrescas los pies antes de acostarse, porque no es persona hasta que desayuna…Y tiene la manía de cubrir con un paño el sofá. Le gustan los tonos neutros, la tortilla de patatas y las croquetas y, en verano, se tapas medio cuerpo con las sábanas…Igual que yo…

En fin es el momento de brindar por la salud y la felicidad de los novios. Que les vaya bonito, que la confianza, la comprensión y el repeto les guíe en las adversidades y el amor sea la argamasa que siempre los una…

¡Feliz verano a todos! ¡Nos vemos a la vuelta!

This is us (‘Así somos’)

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The Forever Now (This is us)

Pertenezco a la generación ‘analógica’. Creo que en alguna ocasion escribí sobre mi primera cámara (Kodac) y mis primeros pasos por la senda del arte de la fotografía, en la que me inició mi padre. O sea que el asunto digital e informático me salió al encuentro y, al igual que otras muchas, lo solventé a base de aprender aprendiendo. Soy autodidacta, aunque con algunos cursitos como punto de partida. Un conocimieno que ahora viene predeterminado en los niños desde su nacimiento… No obstante sí que viví la expansión de la televisión con sus dos canales: UHF y VHF. Nunca supe qué significaban esas siglas ni en qué se diferenciaban exactamente. Hoy sé que son dos receptores cuya diferencia estriba en el número de megahercios… También recuerdo que la TV no emitía todo el día, que por las tardes había programas para niños (los Chiripitiflaúticos, el Capitan Tan y Valentina…) que me mandaban a la cama cuando una niña llamada Cleo y sus hermanos lo ordenaban, que esperaba a que salieran las imágenes viendo la carta de ajuste y que a las 24.00 la pantalla se oscurecía o se llenaba de gránulos negros y blancos hasta el día siguiente… Eran otros tiempos…

Los siguientes recuerdos son las series. Y es que antes, mucho antes que se inventaran las plataformas yo ya era una forofa. La afición puede que se viera favorecida por mi ineptitud para trasnochar desde que era una joven adolescente. Entonces la hora de volver a casa se corresponde con la franja horaria en la que hoy en día los jóvenes salen…Y esa incapacidad para el noctambulismo me impedía estar despierta hasta el final de las películas y largometrajes… Así que casi nunca los veía, y eso que no había tantos cortes publicitarios… Las seríes emitían un capítulo semanal y de menor duración: Misión imposible, Los Vengadores, Starsky y Hutch, Los ángeles de Charly, Colombo, Koyac y muchas más que no recuerdo…Series memorables, algunas en actual reposición que aún perduran en mi memoria…

En la actualidad creo que pasé de ‘forofa’ a ‘serieadicta’, en consecuencia, usuaria de alguna que otra plataforma y como antaño, mayor consumidora de series que de cine. Y es que para mí el cine tiene su ritual y lo disfruto más en la gran pantalla. El rito o protocolo comienza con la quedada que significa socializar, co-pensar la película, consensuarla, acordar la sesión, establecer un punto de encuentro, ver el pase y luego debatir en torno a una cerveza o degustando un buen vino…La serie es más casera. Implica sofá o butaca, palomitas de microondas (si procede) y si es invierno, mantita y acurrucarse… Dos opciones para combinar. Una y otra tienen su momento y requieren sus condiciones… Son, por tanto, dos maneras de disfrutar de la pequeña y la gran pantalla…

Y de eso quiero escribir, de una serie de la pequeña pantalla. Porque esta semana colgaron en Amazon Prime el último episodio de la sexta y última temporada de la serie This is us. Seis temporadas que analizan y desvelan la trayectoria familiar de cuatro generaciones a través de sus principales protagonistas, siguiendo el método de la prosopografía histórica ( o biografías colectivas). El relato familiar se reconstruye siguiendo un mirada restrospectiva que conjuga y alterna continuamente el presente con el pasado. Una técnica con la que el director conduce a los espectadores hilbanando magistralmente las historias, coordinando los hechos, superponiéndolos, jalonando las escenas de tal manera que los 60 minutos pasan volando…

Corría el 2017 cuando se estrenó la primera temporada. Comencé a verla dos o tres años después y me enganchó. De hecho creo que vi dos temporadas seguidas. Y es que los Pearson se dejan querer desde el primer capítulo.

Al principio pensaba: «en cualquier momento, me sorprenderán con la clásica americanada y se me quitarán las ganas de seguir viéndola». Pero no. Aunque puede que a los cinéfilos con solera, acostumbrados a las emociones fuertes, les parezca algo ñoña o floja…Cuestión de gusto…

La historia puede parecer rebuscada y llena de extrañas coincidencias que , en realidad, no lo son: un niño muere al nacer al tiempo que otro de color viene al mundo y es abandonado en una Estación de Bomberos, donde uno de ellos -que no puede tener hijos- lo recoge y se lo lleva a casa con la esperanza de poder quedárselo y reconstruir así su maltrecho matrimonio…Pero ante la negativa de su mujer lo entrega al mismo hospital donde los Pearson han dado a luz a sus trillizos, uno de los cuales falleció en el parto… La complicidad del médico, la idea de volver a casa con dos cuanto todo estaba preparado para tres, mueve el corazón y la generosidad de la pareja que acaba acogiendo al bebé de color como un hijo más… Este es el nudo gordiano, el meollo, el fundamento, el eje central que articulará la serie, el quid en torno al cual giran los relatos adyacentes que van surgiendo a lo largo y ancho de la vida ( y de las vidas) de los Pearson

A priori podría pensarse ¡qué casualidad! Y sí, puede que haya muchas coincidencias que no casualidades. Personalmente no creo mucho en ellas, pero sí en la ‘causalidad y sus leyes’. Y creo que la serie es un reflejo de lo que suele suceder en la vida real, solo que nosotros no podemos tener una perspectiva global sino sesgada…Nadie puede observar la realidad completa, por todos los lados a la vez. Solo observamos el trozo que tenemos delante… Y, a veces, sucede algo esencial para nosotros que percibimos aislado, pero que que en realidad está ligado y se produce simultáneamente, diacrónicamente a otros hechos que nos pasan desapercibidos e ignoramos… Y esa sucesión de acontecimientos producidos a las par, en perfecta sincronía pero no desligados, pueden definir o decidir toda una vida…La serie podria haber tenido otras deribadas y derroteros si el director hubiera querido mostrar otra historia. Pero este punto de partida resulta vital en la trama de todos los personajes, cuyas vidas veran condicionadas y marcadas…

Como la vida misma, la serie contiene muchos ingredientes e invita a reflexionar sobre la fugacidad de la vida. Sobre la imporancia de lo cotidiano sin perderse en lo extraordinario. Tener un hijo superdotado o estrella de Hollywood no es la cuestión más relevante, lo verdaderamente importantes es la felicidad, en misnúscula, esa que no necesita música de fondo ni que salten chispas… Nada ni nadie es perfecto, por eso los Pearson muestran sus debilidades, sus miserias, sus traumas, sus dependencias, sus secretos, sus mentiras… Por encima de todo, el amor, el cariño y el respeto los mantendrá unidos…

En definitiva, frente a tanta ficción, guerras, asesinatos y futurismo, se agradece una serie que entretiene, relaja e invita a pensar…Y de fondo, por si no fuera ya bastante, suena buena música en las voces de Rebeca y Kate…

This is us, junto a otras pocas elegidas, perivivirá para siempre en el Olimpo de las ‘grandes series’…En mi modesta opión, claro

Las ‘misteriosas mariposas del almas…’

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Superados los primeros efluvios de un estío anunciado antes de tiempo y con una ola de calor anterior al solsticio, el verano se consolida y nos sorprende de nuevo con una segunda ola de aire cálido subsahariano que nos acompañará algo más de una semana… Temperaturas infernales que nos roban la energía, nos obligan a vivir como zombis deambulando de acá para allá  y nos inducen a permanecer guarecidos a la sombra. Para combatir el sofoco todo vale: desde el aire insuflado por un simple abanico o un trozo de cartón, pasando por permanecer encarados frente a los aspavientos de un ventilador o bajo los chorros de una brisa gélida -que pagaremos a precio de oro- procedentes de potentes aparatos de aire acondicionado. Esto último, por cierto, solo al alcance de algunos porque, aunque el calor sea el mismo para todos, no todos pueden combatirlo de la misma manera…

Y ha sido en esa vigilia de largas noches insomnes, en las que el reloj parece que no corre, cuando mi cabeza -la ‘loca de la casa’ que decía Santa Teresa- no ha dejado de dar vueltas y vueltas, ya sea para entretenerse revisando una y otra vez el pasado, ese que ya no tiene regreso, el mismo que tantas veces nos da una punzada y nos hace cerrar los ojos deseando regresar y cambiarlo, ya sea para proyectar un futuro, cada vez más a corto plazo, cada vez con más respeto y expectativas más realista, cuando una cae en el análisis de conciencia y piensa incluso en la situación actual ecónómica, geopolítica, climática, etc… Pensamientos que sobrevienen (supongo) impelida por las constantes noticias de la prensa, la radio o la TV. Una vorágine de ideas y un marasmo de imágenes que suelen acechar en esas horas rezagazadas del descanso, que llevan a cuestionarnos el sentido de la vida y hace que una acabe preguntándose qué puñetas está pasando, que mierda de sociedad y de planeta le va a dejar a sus nietos y demás congéneres…

Razones no faltan:: incendios forestales, fenómenos naturales anormales que desecan la tierra y deshacen los glaciares y, como guinda, una inflación de no te menees y una guerra que parece ir para largo, con las consiguientes consecuencias…Así mismo, el panorama nacional es igualmente desolador. Desde hace unas cuantas semanas la radio y la prensa, nos ameniza las mañana con reveladoras conversaciones entre un comisario corrupto y diferentes miembros del principal partido de la derecha, hoy en la oposición ¿Y qué? -Me pregunto-. No-pasa-nada -me respondo-. Hablamos de asuntos de extrema gravedad ejecutados por antiguos ministros y acólitos, que gozan en la actualidad de los privilegios inherentes al cargo que desempeñaron, descubiertos en flagrantes mentiras, manipulaciones, complots y conspiraciones varias, con el fin de desprestigiar y aniquilar a sus adversarios políticos y, de paso, atentar contra a democracia (y ahí entramos todos).

Pero estamos cansados porque hemos sido bombardeados con noticias como esta desde hace demasiado tiempo y parece que todo nos resbala o funciona como un ‘disco rayado’. Vamos que oímos pero no escuchamos. Porque la escucha requiere atención y hemos dejado de prestala exhaustos, descreídos y desafectados… Hemos acabado adaptando el oído a ese murmullo de fondo. Y eso, los causantes de semejante tropelía, lo saben y se aprovechan. Aguantan el chaparón y esperan medio camuflados a que pase la tormenta o encienden y avivan un fuego enemigo para distraernos… Ek círculo está trazado…La estrategia es conocida, pero no sirve de nada…

Está claro que el mundo necesita solidaridad, empatía, compasión, generosidad y líderes carímaticos capaces de gobernar para todos, con menos ego y que además sepan gestionar el planeta…Un nuevo contrato social que contemple compromisos más igualitarios y tenga en cuenta a los que menos tienen que son muchos más y siempre son los que acaban pagando, los ignorados, los silenciados, los miserables…Pensar esto me pone de muy mala leche porque me indignan los hechos pero también la pasividad ciudadana que calla (mos) y, en consecuencia, otorga (mos)…

En el silencio de algunas noches largas y tórridas, pienso que estamos hartos de que nos mientan, nos manipulen, nos engañen y nos traten como a ignorantes…O al menos eso siento yo…

En El Príncipe de Maquiavelo encontré una cita importante que viene a colación : “Cuando veáis al servidor pensar más en sus propios intereses que en los vuestros, y que interiormente busca sus propios beneficios en todas las cosas, ese hombre nunca será un buen sirviente, ni jamás podréis confiar en él …”. Ahí la dejo…

Y en mi humilde condición de aficionafa bloguera, considero que hace falta mucha pedagogía y formación ciudadana, cosa nada interesante para quienes pretenden gobernar únicamente para ‘los suyos’. Los políticos a los que elegimos, olvidan que están obligados a rendirnos cuenta y hablarnos desde la verdad, sin eufemismos y, sobre todo, sin engaño. Hablar con palabras sencillas y accesibles y no con claves y códigos que la ciudadanía no está obligada a saber interpretar, por muy versada que sea…

El célebre Ramón y Cajal, padre de la neurociencia, además de científico fue un magnífico divulgador. Por cierto, cosa nada fácil. Y para acercar la ciencia a un público bastante menos iletrado y formado que el de ahora, acudía a constantes, sencillas y maravillosas metáforas. Un recurso retórico que consiste en trasladar (de hecho la palabra ‘metaphöra’ en latín significa eso, ‘trasladar’) el significado de un concepto a otro, estableciendo una relación de semejanza o analogía entre ambos término. Pues bien, Cajal cuando hablaba de las neuronas las llamaba ‘las misteriosas mariposas del alma’ que se comunican unas con otras mediante ‘besos’. Exactamente así lo explicaba: «las neuronas son células de formas delicadas y elegantes, las misteriosas mariposas del alma, cuyo batir de alas quién sabe si esclarecerá algún día el secreto de la vida mental». Es de suponer que la metáfora de las mariposas se le ocurrió gracias a otra de sus grandes pasiones: la entomología.

Ahí lo tienen: todo un Premio Nóbel buscando la manera de hacer entender un mecanismo biológico tan complejo como es el funcionamiento de las neuronas, a un público profano, movido por la pasión de lo que hacía, el afán de dar a conocer su trabajo y el deseo de hacer avanzar a la sociedad y revolucionar el mundo…

Mientras recordaba el artículo decidicado al Premio Nóbel español, no podía dejar de repetir esa preciosa metáfora: «Las misteriosas mariposas del alma…» «…Neuronas que se comunican besándose…» Me parecio un simil demasiado poético para los varios unineuronales que andan sueltos, un especímen que se reproduce a una velocidad sumamente peligrosa… Y pensé: los uninerunales no tendrán a quien besar…Triste…

En fin, todo esto girando en mi cabeza a velocidad de vértigo hasta que Morfeo me hace el enorme favor de rescatarme, acogerme en su seno, acunarme y velar mis sueños…

La ‘alfombra roja’: más allá del protocolo, una metáfora…

«En su tono más puro el rojo expresa sensualidad y energía, Considerado símbolo de una pasión ardiente y desbordada. Por su asociación con el sol y el calor es un color propio de las personas que desean experiencias fuertes» (El color rojo).
Fotografía: mp_dc

Hace apenas unos días celebré mi cumpleaños…Bueno, celebrar, celebrar, lo que se dice celebrar, tal y como generalmente se entiende no, pero sí que hubo festejo en petite comité y por todo lo alto. Andaba yo con el ánimo bajo, un tanto reflexiva y nostágica. A estas alturas de la vida cada año cuenta, de manera especial en una coyuntura tan compleja e incierta como la actual. Será por eso que una se siente agradecida por estar viva, gozar de buena salud y tener un plato que llevar a la mesa. No obstante a nadie le amarga un dulce. Quiero decir, que si no tienes nada planeado y te sorprenden, pues mejor que mejor…Y, la verdad, me sorprendieron muy gratamente con una visita inesperada. Como soy más de salado que de dulce y quien me obsequió me conoce de muchísimo tiempo, acertó de pleno con el regalo: un exquisito y delicioso pastelito. Desde el envoltorio al relleno, el pastelito resultó pecato di cardinale, aderezado con productos salados, sabrosos, ricos, mezcla de varios sabores, que desprendían aromas agradables y estimulaban el apetito. Todo natural, artesanal, adornado con una pizca de mermelada de fresa con la que, por cierto, me manché las manos y el mantel…Un pastelito del tamaño justo, a mi medida, como para que no me quedara con hambre pero que tampoco me saciara del todo y que me quedaran ganas de repetir…O sea, perfectamente amoldado a mis gustos culinarios. Y claro, como está feo comer sola, lo compartí y lo disfruté, como se suele decir, en amor y compañía… Siguiendo la tradición soplé una vela, pedí un deseo para mí y mucha salud para todos, en particular, para quienes nos quieren. Así que desde este foro tan personal te doy las gracias querida…Por la compañía, el detalle y el gesto de cariño…El sentimiento es mutuo, lo sabes. Sólo me resta añadir que, aunque falte todo un año para el próximo aniversario, te prodigues menos y me visites más…Por mi parte siempre estaré dispuesta a compartir cualquier presente que se te ocurra, aunque no sople velas y aunque no siempre lo elaboren tus manos…

En fin, eso fue todo, que fue mucho más de lo que esperaba. Y aunque hubo ausencias irremediables, vacíos inexorables y olvidos que no interpreto de mala fe -lo digo sin acritud- el resto de la jornada transcurrió tranquila, salpicada de llamadas, wasaps y felicitaciones de familiares y amigos… Y ya está: desde ese día tengo un año más…A saber qué me depara…He aquí la metáfora…

Y ya al margen de este pequeño homenaje de reconocimiento y exaltación de la amistad, con las contradicciones del color rojo, seductor y cruel a la vez, rondándome la cabeza, no sé si por alguna suerte de asociación o por arte de birlibirloque, me asaltaron a la memoria imágenes de esas largas alfombras rojas desplegadas en los grandes eventos. Instantáneas a modo de flashes, probablemente sobrevenidas al calor de las recientes noticias sobre las diversas recepciones que han tenido lugar durante la Cumbre de la OTAN en Madrid. Y es que nada imprime tanto glamour a cualquier evento como una extensa alfombra roja, deslizada cual largo sendero, a la entrada de una institución, mansión, palacio o edificio, sede de algún acontecimiento excepcional… Pero vayamos por parte ¿De dónde procede esta tradición? ¿Cuáles son sus orígenes? ¿Cuál es la metáfora?

Como casi siempre hemos de remontarnos a los clásicos para comprobar que la primera mención a la ‘alfombra roja’ aparece en el siglo V a. de C., en la tragedia «La Orestíada», escrita por el poeta y dramaturgo griego Esquilo. En dicha obra, Clitemestra,  mujer de Agamenón, espera el regreso triunfante de su marido desde Troya y, para que sus pies no se posen directamente sobre el suelo, ordena a sus criados que extiendan una moqueta carmesí que lo conduzca hasta su casa. Y así insistía a su servidumbre: Esclavas, ¿por qué demoráis dar cumplimiento a la orden que se os ha dado de alfombrar el suelo por dónde ha de pisar? ¡Que quede al momento el camino cubierto de púrpura para que la Justicia lo lleve a una mansión inesperada… 

Hemos de recordar que el color púrpura era difícil de obtener -cosa que se comprende teniendo en cuenta que se elaboraba a partir de las secreciones de caracoles marinos- razón por la cual sólo se teñían de este color telas muy costosas, muy especiales y muy caras, fuera del alcance del común de los mortales, de ahí que el color simbolice nobleza y fuera exclusivo de los emperadores o césares y después de los cardenales de la iglesia católicas y Príncipes de la Iglesia…Otra metáfora…

En Europa Oriental, si bien las primeras muestras de ‘alfombras rojas’ aparecen en Siberia allá por el siglo V,  no fue hasta el XII cuando empezaron a llegar a  Europa, imponiéndose como signo de distinción. En las pinturas del Renacimiento a menudo se muestran tapetes y tapices predominantemente de color rojo, dispuestas a los pies de tronos o estrados donde se colocan gobernantes o figuras sagradas.

De la Grecia Antigua el color púrpura pasó a ser exclusivo de los Césares en Roma y, muy porteriormente, en el siglo XIX, concretamente en 1821, se dio la bienvenida a Georgetown al Presidente de los Estados Unidos James Monroe, colocando una dicha moqueta en su recibimiento, algo que desde entonces ha marcado la etiqueta de protocolo en la diplomacia.

Más tarde, ya en 1902, el ferrocarril New York Central Railroad desplegó pequeños tapetes carmesíes para guiar a sus pasajeros hacia los vagones. Desde entonces, las compañías que se vanagloriaban de tratar bien a su pasaje crearon el concepto red carpet treatment (trato de la alfombra roja). Esta fue la génesis de otros tratos de distinción, como por ejemplo los vagones VIP… Fue a primeros del siglo XX cuando la famosa alfombra acabó imponiéndose en eventos de la talla de la entrega de los Oscars…

Como curiosidad la alfombra roja más larga del mundo mide 6.358,60 metros y fue expuesta y usada en las calles de la ciudad de Almería, con el fin de lograr entrar en el Libro Guinness de los récord, tal y como sucedió…

Y así fue como los tapices carmesíes quedaron ligados a los rituales de protocolo como seña de identidad de la gente principal, una metáfora de pertenencia a la creme de la creme, de las altas personalidades del mundo de la política, la aristocracia, los Jefes de Estado, la realeza y también de las estrella de cine y demás miembros prestigiosos del papel couché…Más allá de un simple tapiz, es una pasarela por la que desfilan personalidades instaladas en esferas superiores, las más de las veces, fuera del alcance de los mortales de a pie, de la gente de la calle, de la ciudadanía corriente y moliente que, como mucho, contempla , admira y, en ocasiones, envidia…En definitiva la ‘alfomvra roja’ se convirtió en un símbolo, un escaparate por ponde pasean y posan hombres y mujeres luciendo sus mejores galas, conscientes del papel mediático, del poder e influencia que representan. Por ende, el protocolo impuso sus propias reglas a fin de facilitar un desarrollo correcto y exacto de cualquiera de los acontecimientos que requieran el uso del mencionado tapiz…

«Desfilar por una alfombra roja, no solo tiene el componente material del vestuario y los complementos que se lucen sino que supone poner en valor la forma de caminar, de expresarse, de gesticular, de mirar… En definitiva, saber moverse con elegancia, con estilo y saber estar en todo momento…» Puntualidad, gestos y movimientos prudentes, elegancia, amabilidad, educación, diplomacia y cortesía, conforman un pequeño listado de aptitudes a tener en cuenta por quienes protagonizan el ‘paseillo’.

En definitiva el color rojo, el primero del arcoiris, tan terrorífico como atractivo, tan sensual como despiadado, cuyo significado se ha intentado desvelar desde la física y la óptica pasando por la magia y la alquimia, parace que permanece ligado a las civilizaciones y denota un enorme peso cultural. Así, en India, corresponde al principio universal de la acción, al calor luminoso del fuego. En Japón, es usado casi exclusivamente por las mujeres, como símbolo de felicidad y de autenticidad. En China es el color de la vida, del fuego, de la sangre y de la unión, y en Egipto está asociado, junto con el verde, a Hator y a Isis como diosas madres, dadoras de vida, de protección y calor a todos sus hijos.

Y en el ámbito de lo cotidiano, una rosa roja simboliza pasión y se regala entre enamorados…Y en Fin de Año el rojo de la ropa interior, según dicen, parece que da suerte…A lo mejor es verdad que todo depende del color del cristal con que se mire…

Y ustedes, ¿qué opinan?

Felices como perdices…

“La felicidad es como una mariposa, cuanto más la persigues, más te eludirá. Pero si vuelves tu atención a otras cosas, vendrá y suavemente se posará en tu hombro”. (Henry David Thoreau)
Fotografía: mp_dc

Tradicionalmente los cuentos se han venido narrando desde, tiempo inmemorial, comenzando con la palabra ‘érase’. De igual manera concluían añadiendo la frase ‘y fueron felices y comieron perdices’, de ahí el refrán popular ‘ser feliz como una perdiz’. Pues bien, mi curiosidad me ha llevado a cuestionarme más de una vez sobre la relación que podría tener la perdiz con la felicidad y, realizadas las pesquisas pertinentes, parecer ser que se trata simplemente de la rima…O sea, que la perdiz no es un ave particularmente predispuesta a la felicidad. Al menos no más que el pavo real o cualquier otra compañera de su misma familia…

Respecto a  los seres humanos tengo una buena noticia: estamos diseñados para ser felices. Sí. Así es. Nuestra naturaleza trae de serie un dispositivo –el cerebro, concretamente el hipotálamo- dotado de recursos capaces de generar felicidad mediante la actividad de cuatro hormonas determinantes: endorfina, dopamina, oxitocina y serotonina. Cuando sentimos calma y un buen humor de narices que contrarresta cualquier vestigio de ansiedad, significa que las endorfinas entraron en acción Estas moléculas nos hacen sentir capaces de todo aquello que nos propongamos…Escuchar música, pasear o hacer el amor son actividades que ayudan a potenciarla. La dopamina, por su parte, actúa sobre el placer y la satisfacción. Es la que coopera al experimentar la curiosidad, la motivación y la confianza. También se conoce como la ‘molécula del amor’ porque interviene en todos esos estados emocionales que nos embelesan al comienzo de una relación, tales como la euforia y la vitalidad. Pero ojo, porque tiene otra cara adictiva que puede hacernos caer en  la búsqueda exclusiva e irrefrenable de todo aquello que nos proporcione sensaciones agradables y placenteras como único objetivo. Es decir, que puede hacernos caer en cualquiera de los tipos de adicción que nos acechan…

La oxitocina es la sustancia que nos anima a crear vínculos con los demás. De ahí que intervenga en el establecimiento del vínculo materno y tenga especial relevancia durante el parto y la lactancia (aunque los hombres también la producen). Esta hormona influye en la construcción de las relaciones humanas. Nos incita a facilitar relaciones estables e incluso a controlar el miedo. La segregamos de manera natural cuando hablamos con nuestros amigos, cuando nos acarician, cuando nos sentimos atendidos y queridos…  Finalmente, la serotonina es la encargada del humor y el bienestar, por eso cuando los niveles bajan se pueden producir estados depresivos, ansiedad, agresividad… Cuando estamos equilibrados produce una sensación de dicha y de relajación. Percibimos autoestima y enfoque óptimos. Hacer ejercicio al aire libre, meditar, relajarse, echar una buena siesta o simplemente incorporar a la dieta algunas raciones ricas en plátano, piña, aguacate, ciruelas o cacao, puede contribuir a elevar los niveles evitando así episodios depresivos.

Visto lo visto, vuelvo al refranero para mencionar otro dicho popular, pues cabría pensar, con todos estos argumentos en la mano, que la ‘naturaleza es efectiva y verdaderamente sabia’. Y también cabría preguntarse por qué, a pesar de esta predisposición consustancial a los seres humanos, la felicidad se prodiga tanto y con frecuencia escasea. Claro que si nos quedamos aquí la reflexión resultaría demasiado simplista frente a una casuística excesivamente amplia. Porque, aunque hagamos todo lo posible por mantener estas glándulas en buen estado de salud, aprovechando el potencial con todo el caudal de positividad que cada hormona aporta, comprobamos que no es suficiente…Tampoco lo es siempre cuando a todo lo anterior añadimos buena disposición y un espíritu alimentado por la recononciliacion permanente con una misma y con los demás…

Es mucho más complicado. Y es así porque no vivimos solos sino interconectados e interdependientes, de manera que la felicidad viene condicionada o influida por factores externos que no siempre concitan con el buen estado de salud (mental y físico) y el equilibrio hormonal. El bienestar, el buen humor, los deseos sexuales o la motivación están ligadas también al entorno, a las circunstancias, a la coyuntura…Por eso muchas veces se produce una disociación y solo, de vez en cuando, si las condiciones fisiológicas coinciden con una inmejorable situación externa, se produce en mayor o menor medida esa sensación de lo que hemos acordado en llamar ‘felicidad’, un término que los expertos traducen como paz interior, tranquilidad y el sentimiento de que la vida adquiere pleno sentido…

En cuanto a la felicidad colectiva, esa misma que experimentamos como comunidad, como pueblo o nación, esa que no depende individualmente de cada uno pero si de todos juntos haciendo piña, como sociedad y en la que particular y directamente tienen mucho que ver quienes nos gobiernan, tanto en cuanto dibujan, perfilan y encabezan la senda que hemos de seguir (hacia adelante o hacia detrás), ese nivel de felicidad y atendiendo al ranking elaborado en base a una clasificación de 156 países, los españoles ocupamos actualmente (datos de 2022) el puesto 27 de una lista que encabeza Finlandia y acaba Colombia…

Sería necesario acudir a la hermeneútica para una mejor comprensión…Pero no es el foro ni es el caso…

Más allá de la pandemia, de la crisis económica e incluso ahora de la guerra, Finlandia es la nación más feliz del mundo y tras ella sus vecinos daneses, noruegos, suecos e islandeses… ¿Será por el frío? ¿Por la baja densidad de población? ¿Por la religión mayoritariamente luterana? o ¿Por sus eficaces sistemas educativos? Puede que de todo un poco…Aunque los parámetros que han ayudado a definir este índice de felicidad son entre otros: la esperanza de vida saludable, la renta per cápita, el apoyo social, la baja ‘corrupción’ y, agárrense los piños, ‘la generosidad colectiva’ que los convierte en una sociedad con conciencia de la interconexión que practica la ayuda mutua y disfruta de altas dosis de libertad individual respecto a la toma de decisiones vitales…Ahí queda eso…

En fin, mucho se ha dicho y escrito, meditado y pensado sobre la felicidad. El gran filósofo Séneca escribió así en su obra De vita beata:  “Todos los hombres […] quieren vivir felizmente. Aspiramos a ser felices y para ello intentamos descubrir qué es. Sin embargo, cada persona posee una respuesta, una definición de felicidad diferente y es precisamente esa disparidad de opiniones ante una cuestión tan trascendental en la existencia del ser humano, donde reside una de las razones de la aparición de la ética…” Anteriormente Aristóteles había afirmado que  “La felicidad depende de nosotros mismos” y, siglos después, Kant concluyó que “más que un deseo, alegría o elección, la felicidad es un deber”. Con el tiempo llegaron los psicólogos e introdujeron el concepto del ‘locus de control’ que afecta al punto de vista de un individuo y a la manera que éste tiene de interactuar con el entorno…Considero que muy probablemente ahí resida el nudo gordiano puesto que para algunas personas, el locus vive en el exterior y sienten como las fuerzas externas guían sus acciones. Para otros, en cambio,  como Séneca, el locus reside dentro

En cualquier caso, confiemos que los beneficios de nuestras hormonas sumados a una actitud de encarar el mundo con gratitud y sin dramatismo, constituyan una buena fórmula para construir una vida salpicada de instantes ‘felices…’ Debería ser suficiente…Al menos para empezar… ¿Alguien da más?