
Con frecuencia quienes se dedican a las artes creativas (música, literatura, artes plásticas en general) cuando se sienten escasos o carentes de inspiración se lo achacan a las ‘musas’. Serrat lo expresó con mucha claridad en su canción No hago otra cosa que pensar en ti, con aquella frase que decía: «pero hoy las musas han ‘pasao’ de mí…Andarán de vacaciones…» Y es que para escritores, músicos, poetas, artistas en general, ‘la musa’ representa la inspiración…Ella insufla el correspondiente soplo allí donde se almacenan las ideas. Agita su varita mágica y las hace fluir. Entonces y solo entonces, una lluvia de sensaciones remueve el espirítu, anima el lugar dónde se almacenan las palabras y las invita a surgir espontáneamente, con exactitud. Una tras otra. Organizadas, dispuestas, ordenadas hasta componer una armoniosa melodía, la letra de esa canción inolvidable, la pintura más bella o el texto más exquisito y excelente…
Lo peor de la musas es que a veces se escapan o bien se atrofia o se pierde la capacidad de verlas o sentirlas y por eso no siempre están cuando se las busca. Da la impresión que, a veces, se quedan dormidas o aletargadas, simulando padecer los efectos de algún desconocido soporífero y entonce no queda otra que esperar pacientes que espabilen y se acerquen, animosas y dispuestas, a ejercer el noble papel que la historia les ha otorgado como iluminadoras capaces de desatar la imaginación y desvelar o hacer intuir la fórmula para materializar lo imaginado o soñado…
A lo largo de la historia algunas se han reencarnado en seres reales, tan reales como nosotros mismos. Y lo peor, han sido amadas y veneradas de principo a fin. Basta una ràpida mirada a la historia de la humanidad para conocer unos cuantos casos…Sirva de ejemplo Simonetta Vespucci que lo fue de Sandro Botticelli. Su bello rostro, su larga melena rubia y sus ojos claros aún podemos contemplarlos en El nacimiento de Venus. Botticelli jamás se olvidó de ella e incluso pidió que le entarran a los pies de su tumba…Elizabeth Siddal inspiró el famoso cuadro Ofelia, de John Everett Millais, pintura que representa el ahogamiento de la amada de Hamlet, escena incluída en la obra homónima de Shakespeare.
Y¿qué hubiera sido de Dalí sin Gala? El artista español declaró alguna vez que Gala fue la única que lo salvó de la locura y de una muerte temprana. Por eso la inmortalizó una y otra vez,: vestida, desnuda, de frente, de espaldas… Dalí sentía la necesidad de retratar a su musa en su totalidad, desde todas las perspectivas…Podría decirse que nunca dejó de mirarla, que la aprendió hasta conocerla de meomoria…
El cantante Bob Dylan vivió una etapa convulsa en la que dejó que muchas musas lo inspiraran hasta que encontró a Sara Lowndes y se casó con ella. Sara inspiró la única canción en la que Dylan habla directamente a una persona, sin genéricos… La actriz Catherine Deneuve fue musa tanto de Buñuel como de Yves Saint Laurent. El primero descubrió en ella una misteriosa e indescifrable belleza. El segundo su elegancia natural y su estilo atemporal….
Sin embargo no todos los artistas han sido correspondidos por quienes adquirieron ese rol o representación. Desgraciadamente algunas relaciones han sido imposibles, por más que se empeñara una de las partes…No obstante, aun en estos casos, las musas han seguido desplegando ese efecto embaucador que engatusa a quien no es capaz de apartarse, ni mirar para otro lado…Es lo que sucedió con el poeta y Premio Nobel de literatura 1923, William Butler Yeats que siguió dedicándole multitud de poemas a la actriz, feminista y revolucionaria irlandesa Maud Gonne, de quien siempre estuvo enamorado, incluso después de casarse (ella) con el revolucionario John MacBride... Y para muestra sirva este delicioso poema: El vino entra en la boca/ Y el amor entra en los ojos/ Esto es todo lo que en verdad conocemos/ Antes de envejecer y morir/ Así llevo el vaso a mi boca,/ Y te miro, y suspiro….
Pero si queremos conocer el origen de estos maravillosos seres, como en tantas otras ocasiones, hemos de remontarnos al pasado remoto, a la cultura clásica, a los griegos. Una cultura que ha sido la génesis de la nuestra y de nuestra lengua. Una referencia a la que acudimos casi siempre porque ahí comenzó todo…
El vocablo ‘Musa’ proviene de palabra griega mousa que significa canción o poema. De ahí procede el término ‘música’, de la homóloga griega ‘musiké téchne’ -locución que tal vez inspiró el estilo denominado ‘música técno’- o ‘mousike’ que significa ‘el arte de las musas’. Pues bien, estas figuras femeninas, fruto de las nueve noches consecutivas de amor entre Zeus y la diosa de la memoria, Mnemóside, habitaban en el templo Museion, (término que dio origen a la palabra ‘museo‘) definido como el lugar de preservación de las artes y las ciencias y fueron nueve: Calíope: elocuencia, belleza y poesía épica/ Clío: historia/ Erato: poesía lírica-amorosa/ Euterpe: música/ Melpómene: tragedia/ Polimnia: cantos sagrados y poesía sacra/ Talía: comedia y poesía bucólica/ Terpsícore: danza y poesía coral/ Urania: astronomía, poesía didáctica y ciencias exactas (en la galería aparecen en este mismo orden).
Las musas, consideradas divinidades aunque menos poderosas que los dioses, representaron las distintas artes y sirvieron de inspiración a filósofos, poetas, astrónomos y astrólogos a quienes ayudaron a mejorar en sus actividades. En la antigua Grecia las musas fueron de vital importancia en el desarrollo artístico y científico de la época.
Con el devenir de los tiempos, la palabra ‘musa’ y su significado ha adquirido un matiz semántico que identifica, de manera generalizada o genérica, a la portadora de la inspiración, ya sea en la pintura, en la poesía o en cualquier otra forma de expresión cultural al tiempo que popularmente pervive en el imaginario social, encarnada en la imagen de una mujer cuya belleza inspira las obras y, en ocasiones, también los deseos…
Si se preguntan, como yo, si también habrán existido los ‘musos’, hombre bellos que han inspirado a más de una y de uno, nada se sabe a este respecto…Pero yo pienso que ‘haberlos haylos’.