Veranear a ‘cuerpo de rey’

‘veranear’ fue un invento de aristócratas y Reyes…María Alexandrovna paliaba sus tristezas en la Riviera italiana hasta dónde arrastró a otros grandes como Sissi emperatriz de Austria, el Rey Loco de Baviera, el de Bélgica, el príncipe de Gales… Ellos pensaron, como Matisse mientras contemplaba la luz de Niza: “Cuando comprendí que cada mañana iba a ver esta luz, no podía creer en mi fortuna”.
Fotografía: mp_dc

Según podemos comprobar, a pesar de la pandemia y de la quinta ola, los españoles y los europeos en general, no nos resistimos a pasar unos días de veraneo. La situación actual complica las salidas al extranjero, una coyuntura que ha potenciado el turismo nacional: los del interior optan por la costa y viceversa…Solo tengo que girar la cabeza 90 grados (tengo la ventana a la izquierda) para comprobar una larga fila de coches en dirección a las playas. Así toda la mañana y luego otra vez lo mismo de regreso desde las 20.00h aproximadamente hasta entrada la noche… Un no parar desde junio, especialmente en julio y agosto, el mes vacacional por excelencia, con una parte importante del país paralizado menos los hosteleros que hacen, valga la redundancia, el ‘agosto’. Un merecido beneficio pues gracias a ellos disfrutamos la cervecita, los vinos o el vermut del mediodía según la zona y, sobre todo, de un buen almuerzo o cena. La oferta es amplia y para todos los bolsillos porque veranear ya no es cosa de unos pocos sino de muchos. Ya sea de camping, de pensión, de hostal, de hoteles o apartamentos… Hoy por hoy no es necesario ser noble o aristócrata para disfrutar unos días de asueto junto al mar o en la montaña, haciendo un alto en la rutina diaria…Afortunadamente la clase media española, aunque mermada y a duras penas, aún se sostiene…

Sin embargo no siempre ha sido así. Veranear o invernar ha sido durante siglos privilegio de unos pocos, poquísimos diría yo. Los mismos que concentraban la riqueza y el poder, o sea: los reyes y un grupo de privilegiados, los mismos que se acostumbraron a pasar temporadas, más o menos largas, en lugares paradisíacos con gastos pagados tal y como han venido haciendo las Monarquías europeas: María Alexandrovna Romanov paliaba sus tristezas en la Riviera italiana hasta dónde arrastró a otros grandes como Sissi emperatriz de Austria, el Rey Loco de Baviera, el de Bélgica, el príncipe de Gales…O a orillas del Caspio, destino preferido por los príncipes rusos mientras Napoleón III lo hacía en Biarritz, lugar del que fue ferviente asiduo… Todos ellos quedaron prendados de dichos lugares con la misma intensidad que Matisse lo hizo respecto a la luz de Niza: “Cuando comprendí que cada mañana iba a ver esta luz, no podía creer en mi fortuna”.

No obstante la Monarquía española ha preferido veranear en el país. La famosa frase ‘vivir a cuerpo de rey’, nacida seguramente del pueblo, producto de la sabiduría popular, lo dice todo. Pues desde siglos atrás los Reyes han dispuesto de residencias oficiales diseminadas por nuestra geografía y utilizadas para su retiro entre guerra y guerra cuando la había o en diferentes épocas del año, sobre todo en la temporada estival. Escapadas con amantes o breves estancias en familia, por supuesto siempre acompañados de un nutrido séquito de servidores personales, secretarios, guardias reales y guardaespaldas han ocupado mansiones y palacetes preparados y adaptados para un merecido descanso, lejos del mundanal ruido… Ya en tiempos del primer Borbón se estableció la costumbre de pasar algunos períodos de tiempo dedicados al ocio y al reposo tanto en verano como en invierno. Los Reales Sitios del Pardo o Aranjuez, la Granja de San Ildefonso, San Sebastián, Santander y el Palacio de Miravent en Baleares, han sido los lugares tradicionalmente elegidos  por los Austria y los Borbones para veranear junto a los familiares, allegados y amigos…

Los primeros Monarcas medievales disfrutaron de refugios conocidos como ‘Reales Sitios’ entre los que se encuentran los Palacios del Pardo y Aranjuez. El Pardo es más popular tras haber sido durante años la residencia del dictador Franco y su familia. La quinta fue construida en 1405, comenzando a funcionar como coto de caza para Enrique III de Castilla. Su nieto, Enrique VI (hermano de Isabel la Católica), construyó el Palacio que comenzó su època de esplendor tras de las reformas de Carlos I. Los sucesores de la Casa de Austria utilizaron estas instalaciones para descansar aunque no exactamente en verano pues durante la Edad Media fueron frecuentes las disputas entre los territorios: unos contra otros y todos contra los musulmanes invasores. Razones que justifican que los descansos se produjeran cuando se presentaba la ocasión o durante ‘la tregua de Dios’ -período limitado a festivos y fiestas litúrgicas en las que cesaban las hostilidades- o durante el invierno, estación en la que el frío y la nieve obstaculizaban las contiendas…

Respecto al Sitio de Aranjuez se sabe que fue elegido por Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, los Reyes Católicos, después de visitar la localidad en repetidas ocasiones y quedar verdaderamente satisfechos con su belleza natural y la suavidad del clima. Aunque no fue hasta 1523 cuando Aranjuez pasó a formar parte de la Corona, fecha en la que el emperador Carlos I agrandó los terrenos de la finca y creó el Jardín del Rey. Posteriormente, en tiempos de Felipe II, se construyeron varias fuentes adornadas con figuras mitológicas… Gracias a la iniciativa de este mismo monarca (Felipe II) se edificó también el Monasterio del Escorial del que tanto él como sus sucesores Carlos IV y Fernando VII, fueron habituales durante sus respectivos años como Príncipes de Asturias.

Más adelante Felipe V, el primer Borbón, mandó construir el Palacio de la Granja a imitación de Versalles, donde había nacido y crecido.  El lugar elegido fue Segovia, cerca de capital pero suficientemente apartado si tenemos en cuenta que por entonces viajar requería mucho tiempo. No obstante los asuntos de estado no permitieron al Monarca sino pasar breves temporadas y, a pesar de su intención de retirarse allí una vez comenzara a reinar su hijo, nunca lo hizo pues su vida y su reinado fueron muy longevos…Desde entonces hasta Alfonso XIII los Borbones han utilizado los jardines y el palacio de la Granja como lugar alternativo de veraneo en el que disfrutar de la caza como hizo Carlos III o como escenario de la ceremonia de bodas de Carlos IV, o sede de la Corte con Fernando VII, o celebración de saraos veraniegos con Isabel II e incluso como lugar de encuentro donde se conocieron Alfonso XII y Mª de las Mercedes, su prima y después su esposa…

Sin embargo a pesar de la belleza inigualable del paraje, no deja de ser un lugar de interior y caluroso en los meses de julio y agosto, por lo que a partir del siglo XIX la reina Isabel II, dejándose llevar por la moda de ‘los baños de ola’, comenzó a visitar Santander y San Sebastián. Circulan rumores sobre sus acompañantes, con frecuencia un caballero de la Guardia Real aunque se le supone otros muchos pues era vox populi que su esposo, Francisco de Asís, gustaba disfrutar de compañía masculina tanto como ella y que ambos mantenían oficiosamente vidas separadas aunque oficialmente juntos…Ambos se casaron sin engaño, obligados por conveniencias de Estado. La alternancia entre las Playas del Sardinero y la Concha provocó con el tiempo una cierta rivalidad entre ambas ciudades. Fue precisamente su nieto, Alfonso XIII –que siguió yendo a las dos playas- quien mandó construir el Palacio de la Magdalena pues él, que no se ocultaba en las casetas como su abuela y se paseaba por la ciudad parando a tomar alguna que otra copa en los múltiples locales de la época, sintió fascinación por esta ciudad norteña en la que se le conocía como ‘El Africano’, sobrenombre con el que ha pasado a la historia.

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Finalmente desde 1973 hasta nuestros días los reyes españoles han veraneado en el Palacio de Miravent o el Palacio La Almudaina, en Palma de Mallorca, lugar donde en la actualidad los monarcas disfrutan sus vacaciones y donde el Rey participa, como hiciera su padre, en la famosas Regatas…

Los comentarios sobre lo que pueda o no cocerse en la trastienda, en los salones, fiestas, cacerías, comidas o comilonas no se conocerá hasta más adelante… Sólo entonces comprenderemos algunos asuntos que ahora nos mantienen perplejos…Pero esta será otra historia…