La vida nos enseña que nada es para siempre, que nuestros sueños no siempre se cumplen y que no podemos aferrarnos al pasado ni vivir suspirando por el futuro». cuando la salud nos falla, cuando no podemos controlar una determinada situación, no basta con invocar a la ‘suerte’…solo nos queda aceptar la realidad y ser resilientes…

Aunque parece que la tercera ola va cediendo lentamente y las poblaciones se abren o perimetran en función de los datos, a mi localidad ha tocado echar el cierre a los establecimientos no esenciales… La hostelería está desesperada (no es para menos) y el pequeño negocio prácticamente hundido. Es triste pasear contemplando las persianas bajadas de tiendas, bares y pequeños negocios familiares sin demasiadas pretensiones, que forman parte del paisaje urbano de toda la vida…De mañanas de gentes en el mercado, de cafés y churros muy temprano y cervecita a medio día en los numerosos locales del entorno…Maneras de vivir que han ido conformando nuestra idiosincrasia y forman parte de nuestro acervo cultural…
En general los españoles somos muy dados a todo esto aunque como somos diversos, se perciben peculiaridades según hacia donde miremos…Pongamos que lo hacemos hacia el sur…Los andaluces de la costa siempre hemos vivimos de cara al mar que para nosotros es un referente cargado de una Historia desde viene de lejos, desde la más remota antigüedad… Hasta nuestras costas llegaron tartésicos, fenicios, cartagineses, griegos, romanos y musulmanes. Todos han ido configurando nuestro carácter más o menos abierto, acogedor y versátil por su gran capacidad para adaptarse a los cambios y asimilar elementos culturales de cada pueblo. Ese mismo carácter es el que hoy nos distingue y define nuestras singularidades…Por eso hablamos, somos y pensamos así y por eso hemos sabido desarrollar una especial competencia para acoger y atraer a un turismo que, ya sea nacional o extranjero, acaba sintiéndose a gusto… Y este talante unido a un clima benévolo, amable, con muchas horas de luz y de sol junto a temperaturas moderadas durante todo el año, justifica el atractivo de esta tierra cuajado en una tradicional manera de ser y de vivir cuya culminación queda plasmada en múltiples fiestas populares, verbenas y ferias al calor de las cuales fue creciendo cierta pasión por las terrazas, la vida en la calle y al aire libre en general…
Pero dejando de lado los tópicos sobre mi tierra, casi todos fáciles de desmontar, todos comprendemos que, aunque estamos integrando costumbres que giran en torno a la covid, el cierre de los establecimientos aumenta nuestro desánimo y abatimiento… En general nos preocupamos e informamos. El ‘parte’ diario con las noticias se ha instalado en nuestra cotidianidad, en nuestras conversaciones y rutinas, porque de ellas depende que podamos salir o no de nuestro pueblo o ciudad, que podamos sentarnos o no en una terraza e incluso ver a familiares y amigos que residan en otras localidades o fuera de la Comunidad…La ciudadanía capea y combate el temporal como puede, con grandes dosis de humor, buena voluntad y paciencia llegadas, como no, de la mano de un cierto temor a la enfermedad…
Me gustaría creer que los políticos -servidores públicos elegidos democráticamente por el pueblo soberano para que lo represente- hacen todo lo que pueden, nos cuentan gran parte de la verdad y actúan movidos por el bien común. Pero cuando les veo actuar, cuando les oigo en la TV o en la radio o les leo en la prensa o en las redes sociales, me da la impresión que viven en una realidad paralela, alejada de esta otra común al resto de los mortales…Les contemplo excesivamente preocupados por las movidas de sus partidos, por las campañas electorales, por la foto de turno y por mantener el liderazgo a toda costa…Tan distraídos y ensimismados que no son conscientes que han perdido la capacidad de sorprendernos porque nos hemos vueltos ‘resabiados’ con la experiencia y los ‘vemos venir’ como ahora, cuando suenan de sus bocas los primeros cantos invocando a la Semana Santa mientras los expertos, estupefactos, se echan las manos a la cabeza ‘viéndolas venir también’ desde su propia perspectiva…
No quiero ser pesimista, más bien todo lo contrario, pero tampoco puedo negar la evidencia. Y la realidad es muy compleja, entre otras cosas, porque quienes mandan se encargan de que así sea…Y a la pandemia, las nuevas cepas, las vacunas, los ERTES y el paro se suman las elecciones catalanas, la falta de solidaridad del Gobierno de Madrid y el juicio de Bárcenas que no para de echar más leña al fuego y primero decir ‘digo’ y luego ‘diego’ ¿Alguien da más? Tanto humo a nuestro alrededor que no sabemos hacia dónde mirar…Humo por la ‘derecha’ y más allá de la ‘derecha’, por la ‘izquierda’ y hasta por el ‘centro’, incluyendo a los ‘allegados…’
Nuestras mentes occidentales intentan explicar todo cuanto sucede y, sea cual sea la respuesta, una parte de la misma correrá por cuenta del ‘factor suerte’, siempre tan recurrente…La ‘suerte’ no dejan de ser una simple abstracción a la que invocamos cuando algo no nos sale como estaba previsto o nos interesaba…Una manera elegante de quedarnos al margen de la ecuación para resultar indemnes… Casi todos acudimos a ella ante determinadas situaciones: exámenes, una cita, la lotería, una enfermedad o un viaje y hasta en unas elecciones nos deseamos unos a otros ‘buena suerte’…O sea que ‘la suerte’ la concebimos como algo externo, ajeno e independiente que si actúa a favor nos beneficia y si no nos perjudica pero, en cualquier, caso alivia nuestra responsabilidad… Mala noticia: la ‘suerte’ no existe…
La humanidad necesitará mucho más que buena suerte para salir de esta y rescatar una ‘manera de vivir’ parecida a la de antes…Por eso es importante tomar conciencia de ‘grupo’, sabernos y sentirnos parte de la ‘colectividad’ porque solo así atajaremos la covid y solo así afrontaremos la profunda crisis que se nos avecina… La Historia Universal nos proporciona algunos ejemplos, verbigracia Alemania tras la dura derrota de la II Guerra Mundial. Una nación arrasada, con muchas de sus ciudades convertidas en escombros, la población trabajadora mermada y la economía destruida y aún así, los alemanes levantaron el país en tiempo record y todo el mundo comenzó a hablar del ‘milagro alemán’.
Esta misma guerra destruyó las ciudades japonesas de Hirosima y Nagasaki, objetivos de las bombas atómicas que el ejército norteamericano lanzó al amparo del Presidente Truman…Y Japón, también arrasada, protagonizó el otro ‘gran milagro’ según narra la Historia. Y es que el pueblo japonés es un claro ejemplo de ‘resiliencia colectiva’ que ha demostrado una gran capacidad de sobreponerse ante la adversidad… Los japoneses, como buenos orientales, no creen en la ‘buena o mala suerte’, ni en ‘buenas estrellas’ que se alineen en favor de algo o alguien… Ellos hablan de ganbatte, que puede traducirse como “esfuérzate al máximo”. Ganbatte kudasai -‘hazlo lo mejor posible’- no es un factor externo en la ecuación porque en la mentalidad nipona «si te has esforzado al máximo es ya un éxito, aunque el resultado que obtengas no sea óptimo» y es esta actitud de máxima exigencia de uno mismo, lo que acaba obrando el milagro…
No sabemos cuánto más durará la pandemia, cuantas veces más confinarán nuestras ciudades y cerrarán las tiendas, negocios y bares…No sabemos cuándo rescataremos nuestra nueva manera de vivir, pero hasta que llegue ese día, casi mejor no implorar ni a la suerte, ni a las estrellas y dejar la alquimia en manos de la ciencia… No somos ‘uno’, somos muchos: Ganbatte kudasai…


Nueva página en «Biografías»: Las mujeres bajo el franquismo: la Sección Femenina…
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