
Del refranero siempre se ha dicho que es muy sabio. Según la RAE, un refrán es un «dicho agudo y sentencioso de uso común». También se define como una frase de origen popular repetida, en la cual se expresa un pensamiento moral, un consejo o una enseñanza.
Los dichos y sentencias se transmitieron primero de forma oral, y más adelante, se conservaron en diferentes obras conocidas como ‘Refraneros’ que han perdurado hasta nuestros días. Muchos, la mayoría, son anónimos, y a partir de la Edad Media, fueron recopilados por autores de la época como el Romancea Proverbiorum (s. XIV) que recoge 150 refranes y Seniloquium (s. XV) con 494 refranes y sobre todo la recopilación atribuida a Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, bajo el título de Refranes que dizen las viejas tras el fuego, con más de 700 refranes.
Por lo general, y teniendo en cuenta su origen, están compuesto con palabras sencillas, de fácil comprensión y un ritmo musical similar al de los versos de un poema o una canción. Es precisamente esta musicalidad la que permite memorizarlo fácilmente. Funcionan como metáforas, con dos significados o mensajes: el que se enuncia de modo directo y la connotación o alusión. Los refranes conforman pequeños núcleos de sabiduría popular que van pasando de generación en generación, tratando de resumir la experiencia de los pueblos y abarcan distintas situaciones de la vida cotidiana. El propósito de los consejos, por un lado, es el de transmitir los valores más tradicionales de una sociedad, por lo que suelen ser de tipo conservador
Algunos historiadores, mencionan el origen de refranes muy concretos, como es el caso aquel que se remonta al siglo XV, al reinado de los Reyes Católicos, que consideran enraizado a la creación de la Santa Hermandad, nacida a iniciativa de la reina Isabel, cuyos miembros vestían de verde. La misión de esta institución fue velar por la seguridad de los pobladores y habitantes que transitaban caminos llenos de peligros. Pero, según parece, con frecuencia solían llegar tarde al lugar de los hechos, cuando los malhechores ya se habían ido del lugar, de ahí la expresión irónica ‘a buenas horas mangas verdes’.
La temática de los refranes es tan amplia como variada: el amor, el dinero, la religión, la familia, el trabajo, los negocios, la muerte, la mentira y, por ende, los mentirosos…
Esa temática es muy de actualidad, pues según estamos viendo, hay mucho mentiroso suelto. Mucho lobo con piel de cordero, mucho charlatán de piernas largas que intenta disfrazar mentiras de patas cortas. Y se defienden con largos y pormenorizados argumentos aunque En boca mentirosa la verdad se hace dudosa. Otros van de olvidadizos, negándose a recordar lo que dijeron hace apenas unos días, Mentirosos sin memoria [que] pierden el hilo de la historia. También están los que se excusan una y otra vez, diciendo que no dijeron. Por algo será, porque Quien se excusa, se acusa. Finalmente hay quien se atreve a adelantar promesas, seguro como está, de que su meta está muy cerca. Osados, atrevidos, insolventes e ignorantes que creen que no sabemos lo que la experiencia sobradamente nos ha enseñado: El juramento del mentiroso, hace su dicho más sospechoso…
Baltasar Gracián aconsejó: «No mientas, pero no digas toda la verdad». Una afirmación sino sabia, prudente. Cesare Pavese -escritor italiano del siglo pasado- afirmó por su parte: «El arte de vivir es el arte de saber creer las mentiras. Lo terrible de esto es que al no saber qué es la verdad, todavía podemos reconocer mentiras».
Apliquémosno el cuento…
©lapensadoragaditana
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